miércoles, 14 de febrero de 2018

Frederick Douglass, el esclavo autodidacta (14 de febrero de 1818)

El derecho no tiene sexo. La verdad no tiene color. Dios es Padre de todos, y todos somos hermanos.
Lema de The North Star
Frederick Douglass
Fuente: NBC News

Frederick Douglass, con su tupida melena leonina, su mirada penetrante y su eterna expresión severa, es uno de los personajes históricos más fotografiados de la historia estadounidense del siglo XIX: sabía perfectamente cuál era el poder de su imagen y de todo lo que representaba: un hombre hecho a sí mismo que se había ganado a pulso su libertad y, por el camino, había logrado también la de muchos otros como él.

Frederick Augustus Washington Bailey eligió el 14 de febrero de 1818 para celebrar la fecha de su nacimiento, ya que carecía de partida de nacimiento al haber nacido en esclavitud. Hijo de una esclava llamada Harriet Bailey y, supuestamente, el amo blanco de esta, fue separado de su madre a muy temprana edad. En sus memorias, reconoce que no recuerda haber visto a su madre a la luz del día, pero sí guardaba recuerdos de ella cantándole para dormir. Mientras ella trabajaba en una plantación vecina, el pequeño Frederick permaneció con su abuela y otros familiares. Su madre falleció cuando él cumplió diez años.

Al cumplir los seis años, fue trasladado de plantación. A la muerte de su capataz, lo enviaron a servir a familiares de sus amos que residían en Baltimore. La dueña de la casa empezó a enseñarle el alfabeto, aunque su marido la disuadió, haciéndole ver que los negros que permanecían analfabetos no desearían obtener la libertad. Aunque la señora dejó de enseñarle, Frederick aprendió a leer de manera autodidacta de los niños blancos de su entorno y fijándose en cómo escribían sus amos.

En la siguiente plantación a la que fue cedido, Frederick enseñó a escribir y a leer a sus compañeros de penurias, que mostraron muchísimo interés en aprender. Les dio clase a unos cuarenta esclavos durante seis meses, pero los amos de los otros esclavos montaron en cólera al enterarse y acudieron un día con palos y piedras a dispersarlos definitivamente.

De vuelta con sus amos originales, Frederick fue entregado a un violento granjero, famoso por acabar brutalmente con la vida de sus esclavos. Logró sobrevivir, pero permaneció bajo su yugo hasta 1838. Fue entonces cuando se enamoró de Anna Murray, una mujer negra nacida libre oriunda de Baltimore que lo ayudó a escaparse.

En un frenético viaje hacia la libertad que se prolongó durante 24 horas, Frederick huyó de Maryland, atravesó Delaware (que también era un estado negrero), llegó hasta Filadelfia (que era uno de los bastiones abolicionistas) y, desde allí, consiguió llegar hasta Nueva York, donde se reunió con Anna y allí se casaron y adoptaron el apellido Douglass, extraído de un poema de Sir Walter Scott, La dama del lago.

Los recién casados se trasladaron al norte, estableciéndose en New Bedford, Massachusetts. En 1841, escuchó hablar al abolicionista inmediatista William Lloyd Garrison en una convención de la Sociedad Estadounidense Antiesclavista y se quedó impresionado. El sentimiento fue mutuo: Garrison invitó al joven Douglass de 23 años a que les contara a los presentes su experiencia y, poco después, le ofreció que colaborara como orador de la sociedad en una gira por todo el país.

Cuatro años después, Douglass publicó su obra más importante, una autobiografía titulada Narrative of the Life of Frederick Douglass, an American Slave, que fue un superventas desde su publicación. Podéis leerla en español de la mano de Capitán Swing con el título de Vida de un esclavo americano escrita por él mismo traducida por Carlos García Simón e Íñigo Jáuregui Eguía. (Aquí podéis escuchar entero el audiobook en inglés de la autobiografía). 

Temeroso de que su amo enviara un cazador de esclavos a buscarlo (las leyes de Estados Unidos de la época no impedían que los esclavos escapados al norte fueran regresados al sur, pues seguían siendo considerados propiedad de sus amos), decidió marcharse de gira una larga temporada a Irlanda y Gran Bretaña. Allí permaneció dos años y las amistades que entabló reunieron dinero, se pusieron en contacto con su amo y compraron la libertad de Douglass, que regresó a Estados Unidos siendo libre.

En 1952, el pueblo de Rochester invitó a Douglass a celebrar el 4 de julio. Como respuesta, escribió el discurso mencionado en la agenda titulado El significado del cuatro de julio para los negros (aquí en inglés). Y aquí leído por el actor James Earl Jones:


Otra de las batallas en las que Douglass se involucró, como se puede inferir del lema de su primer periódico al principio de esta entrada, era el sufragio femenino y la igualdad de derechos de las mujeres. Ofreció su apoyo a la causa sufragista, porque consideraba que las reivindicaciones de voto de las mujeres pertenecían a la misma categoría que las de libertad de los esclavos negros. 

Su insistencia en que los negros participaran en la Guerra de Secesión fue decisiva para que Lincoln firmara la orden de emancipación. La participación de las tropas formadas por soldados negros fue importantísima en el devenir de la guerra y en las enmiendas a la constitución que se introdujeron posteriormente para reconocer la libertad y la ciudadanía a los negros estadounidenses.

Después de la guerra, Douglass ocupó una serie de cargos políticos como alguacil y recaudador de impuestos del distrito de Columbia e incluso como embajador y cónsul de la República de Haiti. Tras la muerte de Anna, volvió a casarse con una mujer blanca veinte años más joven que él. Hasta el día de su muerte, el 20 de febrero de 1895, se dedicó a dar conferencias y charlas por todo el país.

Aquí podéis ver un pequeño documental biográfico de Frederick Douglass (en inglés).

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