miércoles, 30 de julio de 2008

I'm tryin to make me go to rehab...


(Menos mal que mi rehabilitación nada tiene que ver con la de Amy Winehouse... Por cierto, pobrecilla: está pochísima y no hace más que salir y entrar del hospital).

De hecho, yo ni siquiera digo "¡NO, NO, NO!", sino que acudir a rehabilitación se ha convertido en una rutina, que me encantaría abandonar, no os creáis, pero que es mucho menos traumática de lo que yo me esperaba.

En fin, dejé la historia de la rodilla justo cuando el médico rehabilitador me recetó las famosas quince sesiones de rehabilitación, que al final se van a quedar cortas, porque mi peaso de esguince se resiste...

Como ya os conté que todos estos días, diariamente he estado bajando a rehabilitación al Centro Médico Carpetana.


Tengo que confesar que el primer día bajé con mucho miedo (Pablo vino a acompañarme, como a los niños el primer día de guardería) ante lo desconocido, porque vista la afición que tienen los traumatólogos de brazos musculosos y velludos a retorcerme la rodilla, me sentía más bien aprensiva...

Por suerte, Puri, mi fisioterapeuta (a la que podéis ver acompañándome en la foto más abajo), no tiene los brazos musculosos y velludos, aunque sé que se decepcionará si digo que no me hace daño (aunque sea un poquito). En fin, pa que vamos a mentir: hay momentos en los que se me saltan las lágrimas de dolor, pero bueno, ahora, después de casi quince días poniéndome en sus manos, ya voy mucho más relajada, porque sé lo que me espera y sé qué movimientos me hacen más pupita... Además, las sesiones se me hacen mucho más amenas porque Puri me da mucha conversación (hablamos de literatura sobre todo, le cuento lo que estoy traduciendo y ella me habla sobre lo que ha leído, lo que le pasan de la ONCE -Puri, espero que aunque esto no puedas leerlo, te lo lean, va dedicado ;-))-), cosa que me hace olvidar un poco la tortura que me está infligiendo...

Tanto Loli (que está en recepción), como los demás fisioterapeutas son también muy majos y su trabajo no os creáis que es nada fácil: las abuelas carabancheleras muchas veces no son pacientes nada fáciles... Mira que yo soy quejica, pero algunos de los ancianos -y sobre todo las no tan ancianas- se ponen a veces demasiado maleducados e insoportables... ¡A veces montan cada escenita porque no les atienden exactamente cuando y como a ellos les apetece!

Aparte de los masajes, me dan microondas y corrientes. Para eso es imprescindible llevar a mano un libro, porque toca estar 10 minutos + 10 minutos con la rodilla en alto y se hace muy aburrido sin algo que leer a mano. Durante esta última semana he estado leyendo un thriller de un tipo yanqui-patriotero que no me ha gustado demasiado (era por encargo, ésa es la disculpa) y ahora he vuelto a los Relatos de lo inesperado (Tales of the unexpected) de Roald Dahl, que me encanta...

En fin, que me desvío del tema: la electroterapia por microondas es simplemente un aparato con un brazo que termina en forma cónica y que desprende un calorcito agradable (en principio, debería llegar antes de la hora del masaje para ponérmelo y que cuando me toque con Puri ya tenga la rodilla calentada al microondas pa que le cueste menos poner en marcha los engranajes, pero a veces voy con el tiempo justo...) y la electroterapia por corrientes consiste en un par de electrodos que me los colocan a los dos lados de la rodilla untados en un gel conductor pringosísimo y yo me subo el amperaje todo lo que aguanto, durante diez minutos. Además, debería hacer una tabla de ejercicios para recuperar el movimiento de la rodilla, pero como todavía estoy tan pata-palo, aún no los he hecho ningún día.

Lo malo (por lo menos para mí) es que Puri, Loli y la mayoría de sus compañeros se van de vacaciones este viernes día uno y a partir de entonces, me cambian de fisioterapeuta, pero sé que voy a echar de menos a la gente que hay ahora, ¡igual que echo de menos tener una rodilla de tamaño normal! (o sea, mucho).

En fin, la cosa continúa, porque mañana jueves vuelvo a visitar al médico rehabilitador (bueno, voy a ver a otro, porque el que me atendió la primera vez está de vacaciones) para que me extienda las visitas... Calculo yo que otros quince días más como mínimo, porque la cosa avanza más bien poco...

Y a ver si hay suerte y mejoro con rapidez, porque estamos acariciando la idea de cruzar el charco de nuevo, ¡para visitar a la fauna (copépodos & co. incluidos) y flora (bueno, no sé si los que trabajan en el MIT se les puede considerar flora, ¿César?) de Nueva Inglaterra!


[Fotos: 1) Amy Winehouse, cuando todavía acudía a rehabilitación de la suya, 2) Amy Winehouse por mi admirado Carlös Areces en Los Klamstein, 3) Entrada en la calle de la Oca de la rehabilitación del Centro Médico Carpetana, 4) ¡Si a alguien le parece que esto no podría ser perfectamente una jaula de cualquier cámara de tortura medieval, que levante la mano!, 5) Esas son las camillas en las que Puri me retuerce la rodilla, 6) Alcachofa de las microondas, 7) Electrodos puestos en mi mismita rodilla -sí, esa, la que no funciona ni a la de tres- ¿habéis visto lo flojucho que tengo el cuádriceps?, 8) Puri y yo -Foto tomada por Elías-, a juzgar por mi sonrisa, parece que esté allí de fiesta... Es porque Puri me trata bien, aunque lo que me hace a veces es una verdadera tortura].


miércoles, 23 de julio de 2008

La odisea médica

Cuando llegué a Madrid, mi padre había pedido cita para traumatología, pero me habían dado para una semana después, tiempo que no podía esperar sin saber si tenía algo roto, así que esto fue lo que hicimos:


1º Ir a Urgencias en la Clínica Virgen del Mar. Fue bastante rápido, porque ni siquiera me reconocieron. La médico leyó detenidamente el informe de los suizos (que una servidora había traducido, aquí, con sus manitas) y me mandó una resonancia magnética y me extendió una receta para más inyecciones de heparina (y yo que me hacía ilusiones de que no me recetarían más...). Luego resultó que las inyecciones que me había recetado eran gordísimas (de 60 mg en lugar de 20 mg, que eran las que me había estado poniendo hasta entonces) y no he llegado a ponérmelas, ¡ahí ya sí que me daba aprensión pincharme esos peaso de cilindros!

2º Como ya os dije en el post anterior, mi padre que es muy efectivo, sabía dónde había que ir para que me hicieran rápidamente la RMN, así que ese mismo día, después de urgencias, fuimos a pedir cita a Nuestra Señora del Rosario. Dio la casualidad de que tenían un hueco al día siguiente y allá que nos fuimos.

Pues eso, al día siguiente después de esperar un montón, me metieron en el tubo de la resonancia. Dio la casualidad de que me fui en chándal, así que no tuve ni que desvestirme (sólo quitarme el sujetador, las gafas y la férula, que eso sí que tiene metal). Sólo me habían hecho antes una resonancia cervical, cuando tenía 12 años, y tengo que reconocer que preferí ésta, porque te meten con los pies hacia el fondo del agujero y aunque la cabeza también la tienes metida dentro del tubo, no resulta tan claustrofóbico como al revés.

3º A la semana siguiente (para que os situéis, fue un par de días después de que terminara la Eurocopa) yo estaba bastante desanimada, porque durante el fin de semana me había estado doliendo bastante... Ya me estaba viendo con el menisco roto y todo lo que eso significaba... El martes tocaba despedir a mi hermana Ana, que se iba a Irlanda, y antes pasamos a recoger los resultados de la resonancia (son chulas las fotos ¿verdad? me dieron un CD con todas dentro, "¡directas al blog!", eso fue lo primero que pensé). Por fin me enteré de las buenas noticias: ¡ni meniscos ni ligamentos rotos! Literalmente:

Áreas de contusión ósea en el margen posterior de la meseta tibial interna y en el margen anterior del cóndilo femoral externo.
Esguince grado II del ligamento colateral interno.


4º Después de que los demás se fueran al aeropuerto a acompañar a Ana, me quedé sola en la consulta del traumatólogo (tenía cita esa tarde). Y claro, tuve que toparme con el típico traumatólogo que da miedo: un señor mayor con unos brazos musculosos y peludos (se mire por donde se mire, eso da miedo, sobre todo si tienes un esguince de rodilla). Aquí sí, aquí me tocó quitarme la férula enseñarle la rodilla al matasanos y el tío ni corto ni perezoso me la trató de estirar y me la dobló a saco... ¡¡¡¡Ayyysss!!! ¡¡Qué dolor!! Hombre, yo la verdad es que no reaccioné demasiado bien, porque estaba más pendiente de ver dónde ponía las manitas el buen señor que de hacer lo que me pedía. Conclusión: "Guapa, no tienes ná, quítate ya la cosa ésa y sal corriendo de aquí".

5º Mmmm, después de aquéllo, no las tenía todas conmigo. Quiero decir: estaba contenta porque no tenía nada roto, pero yo no me veía echándome a correr, pa que vamos a engañarnos. Durante aquella tarde lo estuve pensando y al día siguiente, pedí cita con un traumatólogo de aquí del barrio, en la Clínica Carpetana, a la que llego andando, con muletas y todo.

Este segundo traumatólogo me vino a decir lo mismo que el primero, pero echó mejor las cuentas y me dijo que tenía que reposar un poco más: no era necesario que me echara a correr inmediatamente (todo se andará, nunca mejor dicho), mientras tanto tenía que ir a ver al médico rehabilitador.

6º Total que ya, a la semana siguiente, me fui a ver a un médico rehabilitador en Acacias (otro de estos especímenes de brazos musculosos recubiertos de vello... ¡Horreur!) que me reconoció la rodilla a distancia (me decía "mueve esto, levanta aquello"), cosa que agradecí, porque no me hubiera gustado que me pusiera la mano encima: será que soy rara, pero no me mola nada esto de que los médicos (de brazos peludos y musculosos) pretendan moverme la pierna cuando ni yo misma puedo.

Este rehabilitador me dijo lo que ya me habían dicho todos los anteriores: que tenía que ponerme con la rehabilitación, que el cuádriceps derecho lo tenía muy atrofiado de no haberlo movido en tanto tiempo y hala, arreando que es gerundio. A la consulta de éste tengo que volver cuando termine la rehabilitación... A ver si hay suerte y no me manda más sesiones...

7º Y finalmente, logré apuntarme a rehabilitación en la Clínica Carpetana, y tengo la suerte de que el servicio de rehabilitación me queda a cinco minutos de casa, ¡está al final de la calle! Pero probablemente, mis pupas en rehabilitación os las cuente en el siguiente post...


[Fotos:1) Una mesa de RMN muy parecida a donde me pusieron a mí, 2) Foto de jeringuillas de heparina, cortesía de atyourcervix.blogspot.com, 3), 4), 5), 6) y 7) Diferentes tomas de la RMN, de mi rodilla del CD que me regalaron... No sé si puedo daros más detalles: voy a mirarlo de nuevo en el CD y si encuentro algo más, lo pongo].


lunes, 21 de julio de 2008

Accidente rodillero (continuación)

Prometí que os iba a poner al día vía blog de lo que fuera pasando con mi rodilla derecha (como ya os he dicho en el post anterior, ella ya casi forma una entidad independiente... ¡Hace lo que le da la gana!), pero las cosas han sido un poco agobiantes desde que llegué a Madrid: ¡casi no he parado de trabajar! De algún modo, eso no deja de ser buena noticia, aunque a todo aquel que le digo que no he pedido la baja me ponen caras raras... Debe ser que o bien yo soy muy sufrida (o muy vaga, de no preocuparme por hacer el papeleo correspondiente) o la gente está muy acomodada (o son muy apañaos, y sí se ponen manos a la obra con la burocracia)...

En fin, después de mis dos (1 & 2) pequeños incisos futboleros (imprescindibles, por otra parte), me he enterado porque muchos de vosotros me lo habéis dicho, que os impresioné con la foto de las dos rodillas... Supongo que para cuando esté curada definitivamente, tendré que hacérmela de nuevo, para demostrar que sí era lo que parecía...

Había dejado el hilo de los acontecimientos en Basilea, yo yendo de aquí para allá, en tranvía o a pata, con las muletas alquiladas en la farmacia (todos los suizos me ponían cara de pena al decirme que no podían dármelas de gratis porque no vivía allí... Parecía que casi les daba pena que no lo hiciera, jeje). Terminó el trabajo y yo me quedé allí incluso durante los cuartos de final de la Eurocopa, porque así es como lo había planeado en un principio, porque ¡pretendía hacer turismo durante ese último fin de semana! Después de aquel fin de semana, por fin tocó poner rumbo a Madrid de nuevo. Yo estaba un poco nerviosa por el viaje (¡menos mal que no iba sola! De haberlo tenido que hacer sola, no sé si habría podido...), porque no sabía cómo iba a manejarme (sobre todo porque tenía que dejar las muletas a Carlos para que las devolviera él), pero al final no fue la cosa tan estresante. Antes de ponernos en marcha, tomamos el café con Zach y Emma, que acababan de salir de su clase de alemán y ni siquiera me dio tiempo de despedirme de Carlos, porque le pusieron una reunión sorpresa de última hora y nos marchamos justo cuando él nos estaba buscando porque acababa de salir. En cualquier caso, cogimos el autobús para el aeropuerto de Basel y, al llegar, los de Easyjet no nos pusieron ningún problema, cosa que me sorprendió muy positivamente. Yo pensaba que iba a tener que sacar allí todos los papeles del hospital, radiografía incluida y ¡qué va! En cuanto les expliqué el asunto, me hicieron facturar rápidamente y me dijeron dónde tenía que esperar al empleado del aeropuerto que me llevaría en silla de ruedas hasta la puerta de embarque.

El tipo tardó un poquillo, pero me vino muy bien que me pasara el control de policía (lo único es que una francesa enorme tuvo que cachearme, pero lo hizo con mucha delicadeza) y me llevara hasta la puerta. También tenía miedo de cómo me las apañaría con la marabunta que siempre se forma en las puertas de embarque e Easyjet (como sabéis, no hay asientos asignados, así que consiste en a ver quién llega antes y se puede sentar). Por suerte, a mí me dejaron subir la primera y me senté en la primera línea, que tiene más hueco pa las piernas.

El problema, cómo no, surgió una vez llegamos a Madrid, porque los de Barajas se hicieron los locos cuando los de nuestro vuelo les dijeron por radio que necesitaban una silla de ruedas y el resultado fue que me pasé esperando dentro del avión después de aterrizar casi media hora. Las azafatas fueron muy amables en todo momento, pero al final me tuvieron que pedir que saliera andando ¡porque tenían que volar de vuelta a Basilea! La tipa malcarada que vino a recogerme con la silla de ruedas encima empezó a despotricar contra la compañía aérea, ¡incluso diciéndome que debería denunciarles por no haberles avisado a ellos!

Por suerte, fuera nos estaban esperando mis padres con las muletas de mi hermano, que me han acompañado desde entonces, aunque ahora las saco de paseo por turnos, porque ya voy sólo con una.

A partir de aquel momento, empezó la odisea de médicos, que no ha sido demasiado traumática en parte gracias al seguro de Sanitas y en parte gracias a la efectividad de mi padre con estos temas y que os cuento en el próximo post.

[Fotos: 1) La accidentá en el aeropuerto: no os imagináis lo bien que funcionó la táctica de ponerse la camiseta de Suiza para volar. A los suizos les molaba verme con la banderita. Aparte de todo, me compré la camiseta porque me mola ese color rojo tan intenso: pareces de la Cruz Roja, sólo que al revés, 2) Zach y Emma en el restaurante italiano, foto cortesía de Olga, 3) Lo que se veía desde mi asiento del avión... Todavía se veía el cartelito del aeropuerto, 4) Pista de aterrizaje ¡a punto de despegar!, 5) Las muletas de mi hermano... Por lo visto, se llaman Paulina y Pamela... Yo no sé si sus tocayas serán iguales, pero mis acompañantes son más bien torpes: ¡se caen todo el rato al suelo y entorpecen el paso de todo el mundo!].


domingo, 13 de julio de 2008

Pudimos

El año que España ganó la Eurocopa, yo estuve allí.


Vale, vale, no estuve en Viena ni en ese Innsbruck que los anuncios de Cuatro gritaban a todo pulmón, está claro, pero estuve en el meollo eurocopero, en Basilea, a sólo unas manzanas del estadio de Saint Jacob Park, donde cayó Suiza y también Turquía, ante esa Alemania a la que ganamos ayer con todas las de la ley. El anuncio de Cuatro decía "PODEMOS" (más de uno estará hasta el moño de escucharlo), pues sí: PUDIMOS.

Y es que mientras el otro día después de la victoria me tragaba todos los especiales que ponían por la tele sobre nuestro triunfo futbolero, esta pensando, como ya os dije en mi anterior post, que mi estancia basilea ha estado indefectiblemente marcada por esta Eurocopa, hasta el punto de que me he venido de Suiza con una lesión que cualquiera de los cracks de la Selección hubieran deplorado mucho más que yo: un esguince de rodilla (lo sé, lo séeeee, es mejor que tener el menisco roto, claro que sí).

Parece mentira que ya lleváramos dos semanas en Basilea cuando arrancó la Eurocopa, con aquel partido Suiza-Republica Checa (en la que, fíjate tú, casualidades de la vida, Alexander Frei, el capitán del equipo helvético, se lesionó la rodilla izquierda ¡rotura del ligamento interno!...), yo recibía visita ese fin de semana y Alba había venido a Basel desde Frankfurt... A partir de aquel momento, todo lo que hicimos estuvo marcado por la programación de los partidos: todo empezó el día en que nos reunimos en el McGuiness's cuatro gatos para ver el partido (bueno, vale, éramos más de cuatro: dos españoles y medio, un canadiense y medio, dos americanos, un suizo y un alemán animando a España... ¿Aquéllo era un chiste, o qué era?) y nos bebimos unas cuantas cervezas a la salud del guaje Villa, rodeados por unos pocos españoles solitarios en las mesas individuales, un grupo de italianos disfrazados de españoles (con banderas y boinas) y un grupo de suecas que se aposentó allí para verse el siguiente partido...



Apenas puedo recordar el resto que cosas que me han pasado en Basilea sin que lleven asociado, como si de un apellido se tratase, alguno de los partidos eurocoperos: como el día que fuimos a comer piadina con Chiara y Claudia, y los hinchas suizos habían vuelto a tomar la ciudad vestidos de rojo y se paseaban por las calles mientras meneaban enormes cencerros de vaca y hacían todo el ruido posible... O al día siguiente, cuando Croacia ganó a Alemania, que los croatas salieron pitando con sus coches, casi sin poder creerse su victoria...

O finalmente, mi noche aciaga y también la de Italia y Francia, los unos porque empataron con Rumanía después del 3 a 0 que les había metido Holanda y los otros porque perdieron 4 a 1 contra la naranja mecánica, que parecía imparable... Como digo, esa noche me caí, y después del accidente rodillero, casi recuerdo aún mejor los partidos siguientes, porque la vida en Basel para mí se ralentizó indefectiblemente... No creo que pueda olvidar último gol de Villa, mientras la farmacéutica me ajustaba las muletas (y gracias a que los basileos se habían tomado muy en serio lo de la Eurocopa y la farmacia tenía una enorme pantalla plana)... El de Torres también me gustó, pero ése lo vi en las repeticiones del partido, tranquilamente después, con la pata en alto... También me acuerdo del Francia-Italia, que decidió que serían los italianos nuestros rivales y, por supuesto, el Grecia-España, que aderezamos con una deliciosa lasaña preparada por Zach y unas partidillas de futbolín, que ganó todas Carlos (¡yo hacía miles de años que no jugaba, tampoco era tanto mérito ganarme!)...

Los cuartos, los vimos todos (salvo el Croacia-Turquía, que lo vivimos como si lo estuviéramos viendo porque estábamos cenando en el Biergarten de los carbonara, que lo regenta una familia turca), desde el Portugal-Alemania, que lo vi un poco distraída, porque estaba esperando a que llegara mi segunda visita (que no se perdió y supo llegar perfectamente sin ayuda) y por supuesto, el Holanda-Rusia (los holandeses jugaron muy descentrados... Casi parecía que lo estaban haciendo a propósito) y el España-Italia, del que ya os he hablado.

Ya de vuelta en Madrid, no quedaba otra: había que seguir pendientes de lo que le pasaría a nuestra selección y yo ya entonces decía que sería casi de justicia que ganaran la Eurocopa, aunque fuera para compensar lo de mi rodilla maldita... Al Alemania-Turquía, de nuevo, no le presté mucha atención, porque estaba más pendiente de la accidentá: ese día fue a hacerme una resonancia (de la que os tengo que poner fotos... ¡hombre! ¡claro! ¿de verdad creíais que os íbais a salvar?). El jueves, Pablo se cabreó porque hubiera querido ir a la Bicicrítica, que estaba programada exactamente a la misma hora que la semifinal española... ¡¡¡La elección estaba clara!!! Yo lo pasé muy mal durante la primera parte, aunque claro, como todos los demás (que no fueran rusos), disfruté la segunda como una enana... ¡Aquéllo prometía! Sobre todo porque los periodistas, sobre todo los de Cuatro, que se pasaban de optimistas, ya auguraban que íbamos a torear a los alemanes...

Y finalmente, la cosa no fue pa tanto, sobre todo porque los alemanes, con Ballack a la cabeza, más que toros, parecían búfalos. Mi rodilla, que parece haber adquirido vida propia, sobre todo cuando algo le da repelús, sufrió de lo lindo hasta casi los últimos diez minutos finales, en los que nos convencimos de que, por mucho de que los alemanes hicieran gala de su potra habitual y colaran su proverbial gol-de-último-minuto, nada les salvaría, porque aquellos torreones de tíos estaban más cansados que los chiquititos españoles.


Sí, sí, de alguna manera, mi rodilla ha sufrido algo así como una compensación... ¡Aunque la cosa no podía terminarse así! ¿A quién arrebató la copa de Wimbledon nuestro Nadal el domingo siguiente, impidiéndole conseguir su sexto título consecutivo? (Ays, qué mal lo pasó la rodilla con éste también...)


¡¡¡¡Al basileo!!!!

[Fotos: 1) Logotipo de Google al día siguiente de la final, 2) Manteo de Luis Aragonés en Colón, 3) El pobre Frei después de lesionarse, 4) Vídeo de la estación de Basel antes del primer partido, con los reventas por allí campando, 5) Los hinchas suizos y sus cencerros, 6) Un par de piadinas, 7) La recepción del Gundeli en vísperas del primer partido de Suiza con Carmen escondiéndose detrás de la bandera, 8) Ballack y su ceño fruncido, 9) Torres, a punto de marcar el gol que sentenciaría el partido, 10) La selección, como loca en Colón... ¡Parecía que les había entrado el baile de San Vito!, 11) Nadal, enorme, zampándose la copa de Wimbledon].