miércoles, 20 de mayo de 2009

Basel, ich liebe dich

De Basel 2009

Esto de "Basel, te quiero" no lo digo yo, lo dice el artista Jean Tinguely, que tenía buenas razones para decirlo, pues convirtió esta ciudad a las orillas del Rín en su estudio de experimentación, en algo así como su propio Valadilène...

Si yo le dijera a Basilea que la quiero, sería porque sufro algo de síndrome de Estocolmo, pues el año pasado, como ya sabéis, las cosas no fueron precisamente fáciles por allí... Me alucina repasar mis posts de entonces y ver que justo antes de marcharme el año pasado, estaba pensándome arrancar un nuevo blog únicamente dedicado a Basilea (algo debo de sentir por ella, porque si no, no se me habría ocurrido tal cosa... O eso, o es que soy directamente estúpida). Está claro que, empezando por la conexión a internet, hubo muchas cosas que no funcionaron, entre otras muchas, mi rodilla derecha, que me pegó un trallazo, supongo que para que no se me ocurriera seguir haciendo excesos: dormir poco, trabajar mucho y comer demasiado, y lo demás, que son cosas que no se pueden contar aquí (no por lascivas, no os creáis, sino por socialmente inadecuadas para alguien que no oculta su identidad en internet).

Ahora que el tiempo ha mejorado, los chulos y las chulapas bailotean el chotis en la pradera de San Isidro y se celebra el festival de Eurovisión, toca volver a las orillas del Rín. Lo sabía desde hace meses, y todavía hoy, que levanto el vuelo, me produce sentimientos encontrados. Por un lado, nunca está mal cambiar de aires y de actividad (y no se puede decir que lo que vayamos a hacer allí no sea interesante -aunque no os puedo contar detalles por el mismo motivo que el año pasado-, de hecho, el trabajo fue una de las cosas que más me satisficieron). Por otro, mi rodilla casi me habla y me recuerda que tengo que tomármelo con calma dentro de lo posible, tengo que tratar de descansar, de tener mis ratitos para mí misma... ¡¡¡¡No te preocupes rodilla, que ya mismo te voy a meter dentro de la rodillera y de ahí no sales hasta que a mí se me pase la inseguridad!!!!

Me ha costado muchos meses volver a confiar en ella (en mi rodilla, no en Basilea), y no sé qué sentiré al volver a poner el pie en el aeropuerto que el año pasado abandoné en silla de ruedas, después de haber pasado una semana cuando menos accidentada, para después pasar un verano de mierda, encerrada en casa, sólo saliendo para ir al médico o hacer rehabilitación, hasta que por fin nos escapamos a Estados Unidos...

Por suerte, y para poner una nota positiva a mis temores (rodilleros y de resistencia propia), sé que este año sí tendré conexión a internet (aunque primero quiero verla con mis propios ojos antes de tirar ningún cohete) y además, no viajo sola, porque mi bici dahoncita se viene conmigo, lo cual me ayudará sin duda a mitigar la envidia que sentía el año pasado cuando veía a los suizos yendo que aquí para allá en las suyas... Ahora estoy nerviosa, porque no sé si llegaremos (la bici, la rodilla y yo) enteras a Basilea y nos mantendremos allí ídem, pero trataré de mantener todo lo posible mis buenas intenciones y una buena disposición social que mi ermitaño trabajo aquí no me obliga a desarrollar habitualmente.

Pues no me queda mucho más que decir aparte de:

¡Allá voy, Basilea (noch einmal)!

lunes, 18 de mayo de 2009

The Bridge Project II


Esperé a que llegara el segundo martes con impaciencia, porque tocaba Shakespeare con Cuento de invierno, que sabía que no me decepcionaría... Y no lo hizo, la verdad. Sigo pensando que los actores anglosajones comprenden mejor la ironía socarrona de Shakespeare y la hacen suya con más facilidad. En una de esas comedias shakespearianas muy al estilo Lope de Vega, en las que todo queda atado y bien atado al final (casi todo el mundo sabe que en los dramas shakespearianos se muere hasta el apuntador, pero no muchos saben que en sus comedias, todos acaban casaísimos y felicísimos).

Como os digo, el resultado fue maravilloso: la puesta en escena era sencilla, pero muy pensada y efectiva y los actores brillaron en su máximo esplendor. La idea del montaje era simple como el reparto de actores estaba desigualmente distribuido entre americanos y británicos y la obra de Shakespeare se divide en dos actos y dos lugares ficticios llamados Sicilia y Bohemia, Mendes opta por convertir la corte siciliana en una austera corte británica y el país de Bohemia en algo parecido al Lejano Oeste americano... Así contado parece una locura, pero es la magia del texto de Shakespeare y la genialidad de los actores que lo interpretan lo que hace que funcione.

Con respecto a los actores, tengo que decir que por suerte, Rebecca Hall logró convencerme mucho más con este papel suyo de reina Hermione, abatida por los celos de su rey. Consiguió imprimirle una fuerza de la que Varia, su personaje en El jardín de los cerezos carecía. Simon Russell Beale hacía de Leontes, su celoso marido, en un despliegue de locura al más puro estilo Otelo. Pero el que nos dejó a todos con la boca abierta fue Ethan Hawke, que sacaba a la luz su faceta más cómica con el personaje de Autólico, un truhán bohemio que se dedicaba a estafar a todo el mundo: cantó, tocó la guitarra y bailó y nos hizo reír a carcajadas...

En fin, que fue todo un gustazo asistir a ambas representaciones, que nos dejaron con ganas de más... Vamos, si en ese momento nos llegan a decir que nos ponen una obra diferente cada semana del año, ¡yo creo que habríamos firmado allí mismo para ir a verlas todas!


[Fotos: 1) Portada del programa de The Bridge Project, 2) Rebecca Hall interpretando a Hermione, la reina de Sicilia, 3) Un magnífico Ethan Hawke en pleno despliegue de sus habilidades artísticas, cantando con ese vozarrón que tiene, 4) Tobias Segal, el pastor e Ethan Hawke el truhán Autólico.]


domingo, 17 de mayo de 2009

The Bridge Project I

Dedicado a Alba también.

¡Vaya! ¡Parece que todos los posts que escribo ultimamente tienen que ir dedicados a la misma persona!

Pues sí, efectivamente si no llega a ser por Alba, este post y el siguiente no serían posibles. Y es que nuestro mes de abril ha tenido mucho teatro gracias a que ella tuvo la rapidez de lanzarse a comprar las entradas para The Bridge Project, el proyecto teatral organizado por Sam Mendes (director de las dos obras que fuimos a ver) y Kevin Spacey.

Como la canción de Sting, Mendes es un británico en Nueva York y Kevin Spacey, a su vez, es el director teatral del teatro Old Vic de Londres, o sea, que ha cruzado el charco en sentido contrario... Y básicamente en eso se resume la experiencia del The Bridge Project, un puente de productores, actores y creativos anglosajones de ambos lados del charco atlántico, colaborando en una iniciativa conjunta para demostrar que el idioma común, al margen de los acentos, une más que separa...

En los últimos años, siempre nos hemos apuntado a estas iniciativas de teatro en inglés... Siempre que hemos podido, hemos ido a ver a la Royal Shakespeare Company, que desde hace unos años, es una asidua del Teatro Español (hace dos años vimos a un arrollador Ralph Fiennes en Julius Caesar y el año pasado trajeron Cymbeline).

Este año se nota que el Español se va diversificando gracias esta nueva iniciativa transatlántica, que ha sido de lo más interesante, con un reparto que nos producía mucha curiosidad, empezando porque dos de los papeles protagonistas eran de Sinéad Cusack, que para nosotras probablemente siempre será Mrs. Thornton, la madre del macizo Mr. Thornton de la miniserie de la BBC North & South, y bueno, esposa de Jeremy Irons, para más señas. Luego, por supuesto, venían otros actores aún más conocidos, como Ethan Hawke o Rebecca Hall (Vicky, amiga de Cristina en Barcelona) y otros mucho menos, como Simon Russell Beale o Josh Hamilton...

El primer martes fuimos a ver El jardín de los cerezos (inexplicablemente traducido en los subtítulos como "el huerto de los guindos", pasándose por el forro toda convención histórico-literaria). Yo ya tenía ganas de ver una obra de Chéjov, pues no había visto ninguna y me gustó, aunque me quedé con la sensación de que los actores anglosajones, aunque son magníficos, no le hacen toda la justicia que se merece a este autor ruso...

Después, he estado leyendo algunas cosas interesantes en internet sobre la obra. Por lo visto, cuentan en la Wikipedia que Chéjov concibió El jardín de los cerezos como una obra en tono de comedia, en la que rescataba ciertas experiencias de su niñez, cuando su madre se vio obligada a vender ciertos terrenos que habían pertenecido a su familia desde hacía generaciones. Chéjov desarrolló la obra a lo largo de varios años, durante los cuales se estuvo recuperando de una tuberculosis en el campo, lo cual influyó en la visión que refleja en la obra de la naturaleza que lo rodeaba. Una de las cosas que más le satisfacían a Chéjov era el título de su obra, que terminó en octubre de 1903. La envió inmediatamente al Teatro del Arte de Moscú, donde tendría lugar su estreno. Tres semanas después de que se la enviara a Stanislavski, que era el encargado de montarla, Chéjov descubrió en los ensayos que el afamado director le había dado una pátina trágica a su obra, imposible de enmendar. Además, habían sustituido la palabra "huerto" (jardín en la versión española) por "plantación" (que sonaba mucho más "bolchevique")... ¡Menos mal que consiguió arreglar eso por lo menos!

Esto me hizo comprender muchas cosas del montaje que habíamos visto... En todo momento, tuve la incómoda sensación de que no sabía si estábamos viendo una tragedia, una comedia o algo a medio camino entre las dos cosas (¡al final, era eso!). Además, creo que una de las equivocaciones de este montaje en particular es que el jardín de los cerezos, al que se hacen referencias constantes a lo largo de toda la obra casi como si él mismo fuera un personaje más, con todo el simbolismo de lo que su destino supone, no estaba lo suficientemente presente en los decorados, en torno a los personajes, que se limitaban a mirar hacia el patio de butacas contemplando el infinito, como si vieran los cerezos entre el público...

Por lo demás, en cuanto a las actuaciones individuales, Simon Russell Beale me gustó muchísimo, Ethan Hawke no estaba mal (me impresionó sobre todo su chorro de voz... ¡¡¡¡Qué peaso de voz, madre mía!!!!), aunque el personaje del eterno estudiante que interpretaba era un poco soseras, la verdad... Y por supuesto, Sinéad Cusack estaba que se salía, aunque también es cierto que su personaje de aristócrata que ha dilapidado su fortuna era el más agradecido y Rebecca Hall me pareció muy sosa y seca, aunque su personaje de Varia, con ese carácter monjil que tenía, tampoco ayudaba, así que no me dio demasiada buena espina, aunque prometí esperar a ver la segunda obra para juzgarla.

En el siguiente post, os contaré qué me pareció el segundo montaje, Winter's Tale de Shakespeare.



[Fotos: 1) El reparto de actores principales junto con Sam Mendes, el director de las dos obras, en la presentación del Teatro Español en Madrid, 2) Sam Mendes y Kevin Spacey, los creadores del proyecto, 3) Ralph Fiennes en Julius Caesar, 4) Sinéad Cusack en su papel de aristócrata venida a menos, 5) Ethan Hawke, el estudiante Trofímov, 6) El reparto al completo de El jardín de los cerezos.]


jueves, 14 de mayo de 2009

Pasión por Mr. Darcy



El domingo pasado fui al cine en compañía de Alfie y el Copépodo, porque el primero me propuso participar en la sección de su blog "Vamos al cine con..." (una servidora, en este caso) para ir a ver Génova, la última película estrenada en España de Michael Winterbottom.

Alfie me eligió, creo que ya tenía ganas, porque Colin Firth coprotagoniza la película con Catherine Keener. Supongo que los que me conocéis, sabéis qué tipo de pasión irracional despierta en mí Colin Firth... Probablemente, los que no sepáis de él, no os lo expliquéis demasiado: seguramente os parezca un actor no especialmente guapo ni especialmente brillante y que ha protagonizado películas (al menos, la estrenadas en España) que no son espectacularmente buenas... Seguramente en todo esto tengáis razón, sobre todo porque sus personajes se ven indefectiblemente influidos por esa aburrida voz de doblaje que le han colocado en español, que nada tiene que ver con su maravillosa y sensual voz natural.

En fin, eulez me echaba en cara que no me he parado a explicar nada sobre mi obsesión por Colin Firth en los comentarios del post + vídeo que ha elaborado Alfie (que me ha encantado, yo, que siempre suelo salir fatal en fotos-vídeos, pues me veo bastante como soy yo, que es de agradecer), uniendo mis comentarios al trailer de la peli... La verdad es que por un momento, pensé en explicarlo, pero me dio miedo estar hablando doscientas horas sobre Mr. Darcy, ¡que tampoco era plan!

¿Y quién es Mr. Darcy? Ah, esto también daría para páginas y páginas y posts y vídeos... Intentaré ser concisa a riesgo de frustrarme. Allá por 1995 (cuando yo no tenía ni pajolera de inglés), Colin Firth protagonizó una miniserie de la BBC que llevaba a la pantalla Pride & Prejudice, la novela cumbre de Jane Austen. El protagonista masculino de la novela es el altivo Mr. Fitzwilliam Darcy, protagonizado por un Colin Firth mucho más joven y con el pelo teñido de oscuro para satisfacer la imaginación de millones de lectores. Sólo puedo decir que la adaptación es maravillosa: todo está cuidado con mimo y precisión y tanto Jennifer Ehle (que es una actriz estupenda) como Colin Firth hacen unos papeles fantásticos.

Dos años después de su estreno, mi amiga Alba pasó el verano en Inglaterra, justamente cuando reponían la serie por la tele. Al verla, se quedó maravillada con aquel Mr. Darcy. Yo la acompañé al verano siguiente y pude ver la versión de Pride & Prejudice de 1940, protagonizada por Laurence Olivier... Tengo que reconocer que enterarme, no me enteré de mucho (mi inglés estaba demasiado verde por aquel entonces), pero ya tenía el germen janeaustiano en mí.

Al volver a España, me costó un poco leer la novela. La empecé un par de veces hasta que finalmente arranqué y cuando por fin lo hice, no pude parar. Le rogué a Alba que me prestara sus VHS (sí que somos viejunas, sí) de la miniserie de la BBC, y en un fin de semana me la vi tres veces seguidas.

Desde entonces (y ya la cosa supera los diez años... OMG!), mi pasión por Mr. Darcy/Colin Firth no ha disminuido un ápice. Ésta es la explicación de que cualquier película en la que él esté tiene un plus para mí... En el fondo, siempre que vamos a verle al cine, es como si buscáramos al Mr. Darcy de 1995 que nos apasionó en su momento y nos sigue apasionando cada vez que lo vemos.


Post dedicado a Alfie y a Alba (¡cómo no!)