lunes, 24 de diciembre de 2012

¿Feliz Navidad?


Admitámoslo: el 2012 ha sido una mierda. Vale que han pasado algunas cosas buenas. Vale que los optimistas empedernidos (y demás ralea) me dirán que hay que mirar el lado positivo de las cosas (¿como los h*j*s de p*t* del anuncio de Campofrío?), pero cada día se hace más difícil: el maldito 2012 se ha llevado a mucha gente buena, nos ha dejado un huérfanos de muchas cosas, nos ha metido el frío dentro... Y no quiero seguir, que me enciendo.

Y, a pesar de todo, aquí estamos, celebrando una vez más la bendita Navidad (aquí me entran ganas de colocar el vídeo de Eric Idle cantando Fuck Christmas... No lo voy a hacer, que me repito mucho). Se ve que hay cosas que no cambian.

Por eso, esto más que ser o pretender ser una felicitación de Navidad es más un deseo porque los que podáis, la disfrutéis. Comed cosas ricas (en la comida sí se encuentra la felicidad), negaos a comer polvorones si no os gustan (no lo hagáis por compromiso, y menos por absurda tradición), empinad el codo si así os lo pide el cuerpo, y plantadle cara a vuestro cuñao si se pone a decir tonterías (que pa eso, entre otras cosas, está la Navidad :-P).

Pos hala, a disfrutar se ha dicho.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Adiós, Miguel

Parece que la vida en el mundo internaútico es superficial y efímera, pero hoy nos ha dejado alguien a quien la comunidad de traductores en tuiter echaremos profundamente de menos, que no olvidaremos fácilmente y que nos deja tristes, porque hoy no puede ser más verdad que se nos ha ido uno de los buenos.


Hoy se levantó el día nublado y lluviosísimo en Madrid, acorde a la noticia que nos esperaba: Miguel Llorens, el traductor financiero, falleció hace dos semanas, y ninguno, metidos en nuestros quehaceres y retrasando quedar o vernos para algún #tratuimad, lo sabíamos: nos habíamos pensado que Miguel se había ido de vacaciones, se había dado un descanso de tuiter y del blog, aunque ya lo estábamos echando de menos...

Como decía, se levantó lluviosa Madrid, esta ciudad que acogió a Miguel durante su último año de vida. Había decidido mudarse para poder darles un trato más personalizado a sus clientes españoles, que le quedaban demasiado lejos allende los mares, o al otro lado del Canal de la Mancha (anteriormente, estuvo viviendo unos años en Londres). Parecía contento de estar en Madrid, y yo tenía muchas ganas de volver a encontrarme con él en alguna de nuestras cenas de traductores, o con cualquier otra excusa, para charlar, porque su charla siempre era interesante. Me sorprendió su modestia: por mucho que fuera un grandísimo profesional y una persona leída y culta, nunca hacía alarde, siempre iba con la humildad por delante, siempre hablaba como los que de verdad saben: con cautela, con tranquilidad y con ese acento venezolano suyo tan melodioso.

Solo lo vi cuatro veces, tendrían que haber sido muchas más... Me arrepiento de no haberme encontrado con él el Día del Libro en abril, que salió a dar un paseo y al final no coincidimos porque yo había quedado con mi amiga Belén... Si me pongo a pensar, creo que me acordaré de él la última vez que lo vi, un caluroso día de verano, en el que le estaba esperando junto a la Mariblanca en Sol, porque íbamos a comer con @lfftrans, @meowtrad, @jmmanteca y @jordibal, que volvía de Alicante. Lo esperé a la sombra de la propia estatua, porque el sol pegaba fuerte, y lo vi venir, caminando tranquilo. Recuerdo que pensé: «¡Se ha vuelto a dejar perilla, como en su foto de tuiter!» y luego, después de que se peleara con su recién estrenado móvil para mardarle un tuit a Jordi, nos aclaramos con los demás y echamos a andar hacia Chueca. De camino allí, como siempre, fuimos charlando de unas cosas y otras; de lo curioso que resultaba el ambiente de los #tratuimad, de cómo son estas cosas de los encuentros desvirtualizadores...

Después de la comida, nos despedimos, hasta la próxima... Ya no la habrá, y lo siento en el alma, porque sé que lo echaré de menos: tanto en tuiter, como fuera de él.

Descansa en paz, Miguel.

lunes, 18 de junio de 2012

El mofongo de La abuela Lola


Últimamente, me estoy dando aún más cuenta que de costumbre de que los traductores somos unos grandes desconocidos. Y no solo los traductores literarios, de libros y demás. La traducción es una profesión desconocida que, entre los que no la conocen (la gran mayoría), está plagada de ideas preconcebidas, erróneas ¡e incluso estrambóticas! Si los traductores intentan cambiar su situación, a veces se encuentran con gente muy ignorante, malintencionada y despiadada que ve autobombo injustificado donde lo que hay no es eso, sino el intento porque los demás comprendan lo que tan bien decía Juan Cruz hace unos días en El País: los autores extranjeros no hablan español.

Los traductores y nuestra solitaria, desconocida y, a veces, desagradecida labor no somos los únicos que padecemos de invisibilidad: da la sensación de que, hoy en día, todo provenga de un origen indeterminado y haya gente a la que le moleste y le irrite profundamente que los traductores afirmemos con orgullo: «¡Yo he traducido esta obra, que también, con permiso del autor, es mía!». Allá ellos a quienes, ignorantes, les moleste: los traductores que llevamos a cabo proyectos largos convivimos con ellos, nos levantamos con ellos, nos acostamos con ellos y buceamos entre sus páginas en busca de la más mínima connotación, la intención del autor, el sentido profundo del texto que nos ayudará a plasmarlo en una lengua en la que no está escrito.


Y todo esto viene a cuento de que hace ya más de dos semanas que salió a la venta La abuela Lola: una novela deliciosa (en sentido tanto literal como figurado) que tuve el placer de traducir durante el verano pasado, ¡así que esta entrada era algo que tenía más que pendiente!

La particularidad principal de esta novela es que su autora, de la que hablaré a continuación, nació en La Habana, aunque vive en California y escribe en inglés (claro, ¿de qué si no iba yo a dedicarme a traducir su obra?). Si la invisibilidad del traductor es manifiesta cuando el autor tiene un nombre extranjero, imaginaos lo que pasa cuando la autora se llama Cecilia Samartin.

Al margen de reivindicaciones de la labor del colectivo traductor, yo tengo que reconocer que, a diferencia de lo que desgraciadamente les pasa a otros (como lo que le sucedió a Joan Sellent con el dramaturgo Edward Albee), he tenido una suerte enorme con mis autores (al menos con aquellos con los que he tenido contacto, aunque haya sido fugaz y, de momento, nunca en persona), porque son un tesoro. En particular, Cecilia Samartin es una mujer muy amable y positiva, con una voz increíblemente dulce y tranquila, y que escribe con un estilo claro y sencillo, pero muy bien hilado y muy emotivo. Espero sinceramente que La abuela Lola tenga muy buena acogida en España (después de haber pasado por países como Noruega y Suecia con un éxito rotundo), porque se lo merece.

La abuela Lola relata la relación especial que existe entre Sebastian, un chaval enfermo de corazón cuya máxima ilusión sería poder jugar al fútbol, y su abuela Lola, una puertorriqueña incansable, una mujer fuerte y dedicida, que adora cocinar y a su familia.

Tengo que reconocer que el título en español me encanta: Mofongo (su título en inglés), que es el nombre de uno de los platos típicos puertorriqueños en torno al que gira la acción de la novela, no hubiera sido tan evocador para los lectores españoles. La abuela Lola es un título genial. Yo creo que a mí no se me habría ocurrido ninguno mejor. Además, la abuela de mi padre se llamaba Lola, y todos en la familia la llamaban así, con lo que el título, entre mi familia paterna tiene más gracia aún.

Traduje La abuela Lola el verano pasado, con un calor insoportable, el aire acondicionado se estropeó y tuvimos que bajar de urgencia a comprar un ventilador para no morir asfixiados, y todos a mi alrededor me contaban que se iban de vacaciones a disfrutar de no hacer nada y de descansar al solecito. De haber sido una novela peor o más aburrida, creo que habría muerto de asfixia o me habría subido por las paredes (he de reconocer que en algún momento, a pesar de todo, estuve a punto). En lugar de eso, sobreviví al calor traduciendo los platos de la abuela Lola y Sebastian, ¡e incluso probé a preparar un mofongo! (que no me quedo nada mal para ser la primera vez, por cierto).


Mi intento de mofongo, después de haber traducido la receta para La abuela Lola

Por lo demás, aparte del aumento de responsabilidad que cae sobre los hombros del traductor cuando sabe que el autor de la novela podrá leer su trabajo, el tener que enfrentarme a personajes cuya lengua materna era el español fue un arma de doble filo: por un lado, si los personajes en inglés hablan en español y yo los pongo a hablar en español, el efecto no será el mismo que en inglés, por supuesto, y toca compensar en otros aspectos, pero por otro, a un nivel más profundo, el hecho de que quien escribía hablara español me facilitó la tarea, pues sus estructuras de pensamiento y sus referentes culturales, aunque estaban expresados en inglés, me resultaban más familiares, creo, de lo que me sucedería con otros autores con los que no existe ese vínculo lingüístico-cultural, cosa bastante curiosa, la verdad.

No puedo contar mucho más a riesgo de destripar la historia que La abuela Lola relata y que vuelvo a repetir: espero que guste mucho, porque merece la pena. ¡Muchísimas gracias, Cecilia, por haberla escrito!

Aquí podéis leer el primer capítulo de la novela. ¡Espero que os guste!

Actualización:

Lo he estado pensando y se me había olvidado contaros algo: en mitad de la traducción de Mofongo, me entró un antojo incontenible por comer un cochinillo asado (probablemente, los que hayáis leído la novela lo entenderéis). Por eso, fuimos a matar el antojo a un restaurante de Madrid estupendo que se llama El pedrusco de Aldeacorvo y tengo prueba gráfica de ello (¡el cochinillo estaba delicioso!).

Los cochinillos de El pedrusco de Aldeacorvo.

Además, aquí podéis leer una entrevista a Cecilia Samartin hablando sobre ella, su proceso creativo, su inspiración y la novela.

viernes, 25 de mayo de 2012

Jean-Louis Besson y Georg Büchner


Edición comentada de Léonce et Léna de Jean-Louis Besson y Jean Jourdheuil

Como ya sabéis, me encuentro de «retiro» a las orillas del lago Lemán, en la preciosa ciudad de Lausana.

Hace unos días, andaba curioseando por Internet y me encontré con que aquí cerca, a poca distancia de casa, está el Centro de Traducción Literaria de Lausana, en la Universidad de Lausana (UNIL). Vi que celebran algunos seminarios y encuentros muy interesantes, y tienen una página web muy simpática, así que me decidí a escribirles, para ver si podía unirme a alguna de sus actividades.

Y así fue: recibí una contestación casi inmediata de su directora, Irene Weber Henking, que rápidamente me invitó a asistir al encuentro con el traductor y actor francés Jean-Louis Besson que tendría lugar al día siguiente (el 10 de mayo). La cosa prometía interesante y, de hecho, lo fue, así que aquí os traigo mis impresiones.

El encuentro con Jean-Louis Besson se encuadraba en el seminario de traducción literaria del alemán de la UNIL cuyos alumnos habían estado analizando en sesiones anteriores la traducción al francés elaborada por Jean-Louis Besson de Leonce und Lena, una de las obras del dramaturgo alemán Georg Büchner.

EL AUTOR

Georg Büchner
Tengo que reconocer que no conocía a este autor y me ha encantado descubrirlo gracias a este seminario y a un experto en él como es Jean-Louis Besson. En Alemania es conocidísimo. Tanto que, de hecho, el Premio Nacional de Literatura alemana lleva su nombre.

Si tenéis curiosidad, leed su biografía: es muy interesante. Lo más destacable de su figura (que sobre todo ayuda a comprender la trascendencia de su obra) es que era hijo de padres ateos (cosa que influyó notablemente en su pensamiento); no solo se dedicó a la literatura, sino que desde muy joven se metió en política, participando en toda clase de actividades subversivas que le valieron tener que exiliarse de Alemania y ser perseguido por traición; que estudió Medicina en la Universidad de Estrasburgo; que llevó a cabo investigaciones biológicas precursoras del darwinismo; y que, finalmente, falleció a la edad de 23 años el 19 de febrero de 1837.

Solo llegó a escribir tres obras de teatro: Dantons Tod (La muerte de Danton), Leonce und Lena (Leoncio y Lena, que fue de la que nos habló Jean-Louis Besson) y finalmente Woyzeck, que quedó inconclusa y fragmentada, y es la primera obra de teatro en alemán cuyos protagonistas pertenecen a la clase trabajadora.

EL TRADUCTOR

La verdad es que fue todo un placer asistir a la charla de Jean-Louis Besson dirigida por Irene Weber Henking. Jean-Louis Besson es traductor, actor y actualmente profesor en la Sorbona. Es una persona interesantísima, muy sabia y un gran experto de la obra de Georg Büchner.

En primer lugar, Besson nos habló de su fascinación por Büchner, un autor del que ha traducido su escasa obra al francés y por el que se nota que siente una gran admiración. Nos contó que la oportunidad de traducir a Büchner se le presentó de manera tangencial, pues sus primeras traducciones, hechas en colaboración con el dramaturgo Jean Jourdheuil, estaban pensadas para ponerlas en escena. Y eso nos lleva a una reflexión muy interesante: no es igual ni está concebida de la misma manera una traducción de una obra hecha para ser representada que escrita para ser leída o traducida al detalle para ser estudiada (en una edición comentada como la que nos ocupaba, por ejemplo).

Jean-Louis Besson se ha enfrentado a todas esas distintas modalidades y lo tiene claro: la mente del traductor no está puesta en las mismas cosas en cada caso. Cuando una obra va a representarse, el director de la obra tiene mucho que decir sobre la traducción (de esa colaboración puede salir algo muy fructífero) y si, además, el traductor conoce de antemano a los actores o el tipo de puesta en escena que se va a desarrollar, puede apoyarse en elementos extralingüísticos muy valiosos que van más allá de las palabras (un gesto, el acento de determinado actor, su gestualidad, etc. son herramientas utilísimas).

En segundo lugar, la edición genérica en papel tiene que centrarse en otros factores. Ha de ser comprensible a la lectura, fluida y sin demasiadas trabas. Por último, la edición comentada permite al traductor incluir información en sus notas que puede ser de mucha utilidad para posibles directores que decidan llevar al escenario la obra en cuestión, pero también, para los curiosos y los estudiosos. Como Besson nos dice, con su edición comentada de sus obras completas así ha sido: algunos directores de teatro le han llamado para preguntarle dudas y hacerle sugerencias que, en muchos casos, dan que pensar incluso al propio traductor y experto en la obra.

En este vídeo podéis ver a Jean-Louis Besson leyendo un divertidísimo texto de Karl Valentin titulado
Teatro obligatorio (en francés).

LA OBRA

La obra que nos ocupaba era Léonce et Léna (traducido en español por Leoncio y Lena). Besson nos explicó que Georg Büchner escribió esta obra para presentarse a un concurso literario y que durante muchísimo tiempo se consideró una obra menor, una mera comedieta romántica de enredo entre dos príncipes de dos reinos ficticios de nombre ridículo.

Leoncio y Lena, en una representación de
la adaptación a ballet
Fue Antonin Artaud quien aseguró que Léonce et Léna era una obra extraordinaria, cargada de ironía y crítica social.

Básicamente, la historia de la obra es la de un príncipe del pequeño reino de Popó cuyo padre le informa de que tiene que desposarse con la princesa de reino vecino, el reino de Pipí. Leoncio, que desprecia la política, decide huir del reino y fugarse a Italia para, básicamente, darse al dolce far niente. Sin embargo, antes de llegar a su destino se topa en una posada con una bella joven de la que se enamora perdidamente. La muchacha no es otra que Lena, que está haciendo exactamente lo mismo que él: huir del matrimonio concertado. Mientras tanto, el padre de Leoncio ha organizado unos fastos increíbles en el reino para celebrar la boda (forzando a sus súbditos, explotados y empobrecidos, a participar en el asunto), y cuando se entera de que su hijo ha desaparecido, decide celebrar la boda «en efigie» y casa a dos maniquíes que habían aparecido por allí. Por supuesto, dentro de los maniquíes se encuentran Leoncio y Lena, que finalmente se rinden ante su destino, que, de algún modo, ha acabado atrapándolos.

Otro cartel del ballet, que me parece precioso.
Besson nos explica que la obra está cargada de préstamos y referencias a Shakespeare (al que Büchner admiraba muchísimo), a Musset, a Goethe, etc. (dificultad a la que, inevitablemente, ha de enfrentarse el traductor); que tanto Leoncio como Lena, como los demás secundarios, son personajes caricaturescos, y sobre todo en él desarrolla dos facetas muy marcadas: Leoncio es soñador, enamoradizo y seductor, pero su posición hace que también sea una persona destinada a ser el pequeño dictador de su reino, por lo que en él mismo hay romanticismo, pero también crítica política.

Según el propio Büchner: «Leoncio y Lena es una comedia dictada por el odio».

Leoncio y Lena es una obra que marca el fin de una época y en la que se conjuga la comedia y el drama, cosa que hasta entonces no era lo más habitual. Es curioso pensar en las revoluciones cargadas de ironía, pero la verdad es que eso no tiene nada absurdo. De hecho, tal y como nos recuerda Jean-Louis Besson, en palabras de Karl Marx: «El fin de una época siempre es cómico».

Podéis leer las obras completas de Büchner en español publicadas por la Editorial Trotta. No sé qué tal estará la traducción, pero, de momento, la editorial ni siquiera menciona el nombre del traductor...

Mañana volveré al CTL para otro seminario, esta vez con Mijaíl Shishkin y su traductor al francés Nicolas Véron, para hablar de su novela Deux heures moins dix. ¡Ya os contaré!

miércoles, 2 de mayo de 2012

La ciudad junto al lago



Obélix pregunta sorprendido: "¿Tienen un lago aquí?"




Pues sí, me marcho, os dejo, me voy. Me marcho una vez más a Suiza, pero esta vez no me espera Basilea, la Basilea germana, en la que antes me esperaba la rutina y lo conocido. No, esta vez me marcho con este señor a la aventura, a la ciudad del lago, al cantón francófono (que ya le tenía ganas yo, sí señor), a lo desconocido, a labrarnos por allá una nueva rutina durante un par de mesesillos...

Ese fue el lugar al que acudieron Astérix y Obélix a buscar la Edelweiss, y allá voy yo, con una rosa toscana bajo el brazo (y unas maletas llenas de ropa "cebollera", para ir poniéndomela y quitándomela a capas según corresponda). ¡No me lluevas mucho, Suiza, que ya nos conocemos! Supongo que la Suiza francófona me dará más pie a recordar mi Astérix favorito, ese Astérix en Helvecia de locas carreras arriba y abajo de la montaña, y pequeños suizos puntuales que comen fondue y gritan la hora a voz en cuello.

En fin, no me voy a repetir más: si no habéis leído Astérix en Helvecia, no sé a qué estáis esperando.

Mientras tanto, yo me desconecto, me desenchufo y ya veremos en qué condiciones vuelvo a estos lares virtuales (dependerá mucho de si los de Swisscom tienen para mí alguna oferta que no pueda rechazar... :-P).

Seguiré leyéndoos, pero desde esa ciudad suiza junto al lago.

viernes, 27 de abril de 2012

Secreto de hermanas IV: Nota de traducción


Dedicado al copépodo

La pared del despacho de una servidora








Tal y como os había prometido, todavía me queda por comentar una última particularidad de Secreto de hermanas y es que esta vez he tenido la oportunidad no solo de traducir, sino de escribir una nota final de la traducción.

Gomero plateado de steve111 en Panoramio
Para los que no os dedicáis a esto de la traducción, os sorprendería saber la de ríos de tinta, escritos por los estudiosos del asunto y por los profesionales del sector, que corren sobre esto de las notas de traducción y que atañen a la naturaleza misma de la actividad. ¿Ha de ser el traductor un ser invisible que le presta su voz al autor de otra lengua pero sin hacerse de notar? ¿O bien es el traductor tan brazo ejecutor como el autor mismo y por eso tiene que hacerse patente su presencia? ¿O no necesariamente? No me voy a meter aquí en estos berenjenales, que no es esa mi intención.

Lo que está claro es que la traducción es malabarismo, compensación de connotaciones, y hay infinidad de ocasiones en las que el traductor siente sobre el peso de sus hombros la responsabilidad de esos que lo tildan de traidor por desempeñar una labor que en esencia es como recorrer un campo lleno de minas (cuando los campos semánticos se pisan y se traicionan) y de lagunas (cuando no hay coincidencias en las que apuntalar el propio idioma).

En el caso concreto de Secreto de hermanas, yo tuve que enfrentarme a esa segunda situación: una naturaleza australiana que, más allá de los canguros, los koalas y los eucaliptos, es exuberante y muy diversa y eso, por supuesto, afecta a la terminología directamente.

Pareja de pósums de Wikipedia
Esa fue la razón por la que me decidí a escribir un pequeño epílogo en forma de lista de animales y plantas australianos a los que, en muchas ocasiones, tuve que improvisar para darles nombres en español que no están acuñados por su exotismo y su ausencia en la naturaleza hispana y me atrevería a decir que en resto de países hispanohablantes.

Para confeccionar las dos listas que figuran al final del libro (esas cosas que uno jamás se lee a no ser que las hayas escrito tú mismo o te toque traducirlas), conté con la inestimable ayuda, experiencia y curiosidad de mi amigo el copépodo (como él bien dice, de los copépodos de toda la vida), que, aun empantanado en su tesis doctoral, me echó un cable a la hora de decidir cómo traducir algunos términos y cuáles añadir o no a la lista. En general, opté por dejar fuera los animales o plantas que fueran habituales en la fauna y flora europeas e introduje todos aquellos que se repetían con cierta frecuencia a lo largo de la novela o los que tenían importancia en la trama (como la acacia plateada de la que ya os hablé aquí). A continuación, os hablaré de algunos de ellos:

Por supuesto, en primer lugar tenemos los pósums. Estos animales son unos marsupiales parecidos a las ardillas, nocturnos y omnívoros. Los lectores de Secreto de hermanas los reconocerán rápidamente, pues Ángeles y MP, los pósums de Adéla, son personajes casi más importantes que algunas personas y, sin duda, fuente de inspiración tanto para Belinda (que ha aprendido a atenderlos como cuidadora del WIRES) como para su protagonista, que encuentra la inspiración en ellos para componer su primera película como directora de cine mudo.

Maluro soberbio de avibase.com, una página muy recomendable

La cacatúa de Hugh es otro de los personajes que más tienen que decir en Secreto de Hermanas. Giallo es lenguaraz, extrovertido y el perfecto compañero del cámara tullido, tan callado y taciturno. Me imagino los bosques australianos como lugares llenos de estos y otros pájaros de vivos colores, como el azulísimo maluro soberbio, ese pajarillo que resulta ser el primer contacto que las muchachas y su madre tienen con la fauna australiana, por vía del tío Ota y Ranjana, tan apasionados de su nuevo país de adopción...

Cacatúa de newsainsblog.com
Y, sin embargo, no todos los animales que componen la lista son simpáticos marsupiales (no todos los aprecian tanto como Belinda: los pósums han sido considerados plaga en zonas como Nueva Zelanda), aves parlanchinas o regordetes mamíferos como los wombats. También hay algunas especies entre la fauna australiana que son peligrosas y dan mucho miedo (y según a quién, asco): entre ellas, tenemos a la serpiente tigre que tanto atemoriza a Adéla o la araña de Sídneycon tela en embudo, que es la más mortífera del mundo.

Arbusto de lili pili de survival.org.au
En la sección de plantas, más reducida que la de los animales, he incluido algunos árboles y arbustos que forman parte del escenario de Secreto de hermanas, como por ejemplo, el gomero plateado (esos gums que en español metemos en el genérico saco de los eucaliptos, los árboles de los que sabemos que se alimentan los koalas y que, efectivamente, vienen de la familia de los Eucalyptus, pero no todos los que reciben el nombre genérico de gum/gomero lo son), ese imponente árbol junto a la ventana de la casa señorial de Esther y su anciana madre.También tenemos ese curioso arbusto cuyo nombre españolicé al llamarlo lili pili (lilly pilly) y del que Ranjana prepara una deliciosísima mermelada (Belinda me ha asegurado que está riquísima).

Por último, no puedo olvidar la valiosísima ayuda prestada por la propia autora, que me resolvió las dudas terminológicas que me surgieron a la hora de dar nombre en español a esa exuberante naturaleza australiana y me proporcionó una magnífica inspiración, al enviarme una graciosa colección de minúsculos animales australianos que ahora cuelga de la pared de mi despacho (la podéis ver en la foto del principio: está compuesta por una especie de salamandra, un pósum, un ornitorrinco —que en inglés recibe el gracioso nombre de platypus—, un canguro, un koala y un wombat) y también un precioso ejemplar de Las aventuras completasde Snugglepot y Cuddlepie de May Gibbs, que es uno de los cameos de Secreto de hermanas, y cuya obra, las aventuras de dos bebés de gomero nacidos en mitad del bosque australiano, es todo un canto ecologista que data nada menos que de principios del siglo XX.

Aquí termina mi homenaje a Secreto de hermanas. Espero que todo lo que os he escrito aquí sirva para daros ganas de leerla, que os guste y que la disfrutéis mucho.

Un wombat de animals.nationalgeographic.com

Si queréis seguir leyendo más sobre Secreto hermanas, podéis leer los capítulos anteriores:

martes, 17 de abril de 2012

Secreto de hermanas III: El cine mudo australiano

Escena de The Artist (2011), foto de Cajón de Historias

Como os he comentado en anteriores entradas, Secreto de hermanas tiene mucho más de lo que se ve a simple vista. Quizá no os atraigan demasiado los misterios familiares o los romances cargados de pasión, pero a lo mejor os gustó The Artist (¡qué maravilla de película!) y os da curiosidad saber cómo fueron los inicios del cine australiano con la excusa de un relato de ficción romántica.

Silver Wattle, foto de Wikipedia
En primer lugar, prometí hablaros sobre el título original de la novela, Silver Wattle. Como ya sabéis, las otras dos novelas de Belinda también tenían nombres de plantas (La gardenia blanca de Shanghái y La lavanda silvestre que iluminó París), y en este caso no iba a ser diferente, pero la traducción del título original planteaba más problemas que en ocasiones anteriores. Silver Wattle hace referencia a la mimosa (término que no podía utilizarse en el título original dada su polisemia en español), que también es la acacia plateada australiana (curioso nombre el suyo, pues sus flores no son plateadas, sino de un intenso color amarillo). Pero además, silver wattle tiene otro significado aparte del botánico más obvio, al igual que silver screen (pantalla plateada), es un término que comúnmente se utiliza para referirse al séptimo arte y que equivaldría a construcciones parecidas en español como «gran pantalla», «linterna mágica», «séptimo arte», etc.

Esto se debe a la profesión de Adéla Rose, la protagonista de Secreto de hermanas (tenéis que reconocer que era difícil encajar todos esos significados en un solo título en español, por eso imagino que se ha optado por un título que no tiene nada que ver), que consigue convertirse en una de las primeras directoras de cine mudo australiano.

Carátula del DVD, foto de
sensesofcinema.com
Como ya sabéis, durante la traducción de Secreto de hermanas conté con el inmenso placer de poder comunicarme con la autora de la obra, Belinda Alexandra. Cuando le comenté que me daba mucha curiosidad ver el DVD (The History of Australian Cinema 1896-1940) que menciona en su nota al final de la novela y que ella misma utilizó como documentación, no tardó en enviarme una copia. He disfrutado mucho viendo este documental, porque me remite irremediablemente a Secreto de hermanas y a las andanzas de sus protagonistas. A continuación, trataré de haceros un breve resumen.

En los albores del siglo XX, la principal característica de la industria cinematográfica australiana fue que nació para adquirir una popularidad extraordinaria entre las gentes de Australia. En cuestión de muy pocos años, todo el mundo, incluso los que no acostumbraban a asistir al teatro, tenían una cita semanal ineludible con las «películas en movimiento» que se proyectaban en cualquier lugar, en teatros de vodevil, acompañadas de bandas de música, o en salas multiusos, al aire libre, en parroquias, en pueblos y en ciudades.

Durante los primeros años del nuevo siglo, los directores de cines recorrían los pueblos para proyectar sus trabajos, y solían hacer lo que también se les ocurrió a Adéla y su tío Ota: grababan escenas entre los lugareños, para atraerlos por vanidad a que se vieran actuando en sus películas.

The Sentimental Bloke (1919), una de las películas mudas
australianas más conocidas, foto de Head Records

Ante un éxito tal de público, pronto los directores comenzaron a rodar historias de carácter típicamente australiano, que se oponían y diferenciaban de las creaciones británicas o norteamericanas como forma de afianzar un nacionalismo aún muy supeditado a la corona británica.

Raymond Longford, foto de Wikipedia
Algunos nombres comenzaron a destacar y el más reconocible de todos ellos es el de Raymond Longford, una leyenda del cine mudo australiano y director, entre otras obras, de The Sentimental Bloke (1919), su obra de más éxito basada en un poema de C. J. Dennis. Aparte de la lírica de sus intertítulos, esta película, un poquito como The Artist, sorprendió a todo el mundo y tuvo muchísimo éxito, no solo en Australia, sino también en Inglaterra. Su calidad técnica y su sencillez se unían a una enorme sensibilidad: los personajes lograban expresar sus sentimientos con una simple mirada o un leve gesto. En Secreto de hermanas, Raymond Longford tiene a bien reunirse con nuestra protagonista, Adéla, para ofrecerle algunos consejos sobre dirección en una de las escenas que traduje con más cariño de la novela. No sabría deciros por qué, pero me gustó mucho: me pareció muy entrañable, al igual que cuando le oí hablar en el documental.

Otro de los rasgos distintivos de la primera época del cine australiano fue la altísima presencia femenina en cargos de importancia creativa en dirección, guión, interpretación y producción. El propio Longford contaba con su inseparable pareja artística, Lottie Lyell, que fue su musa y su compañera, pues protagonizó muchas de sus películas, se encargaba de la redacción de los guiones y desempeñaba muchas otras labores. Mantuvo con Longford una larga relación amorosa, aunque nunca pudieron casarse, pues la esposa católica de Longford no estaba dispuesta a concederle el divorcio. Desgraciadamente, Lyell murió, con tan solo 35 años, de tuberculosis (poco después de que tuviera lugar el ficticio encuentro entre Adéla y Longford recreado en Secreto de hermanas).

Lottie Lyell, foto de
Silent Ladies & Gents
Sin embargo, aquella época dorada pronto se vería amenazada por una industria mucho más voraz que la nacional: el gran monstruo industrial que representaba Hollywood pronto reconoció el gran potencial que tenía el mercado australiano: cantidades ingentes de espectadores sin ninguna barrera idiomática que impidiera la distribución directa.

Así, para ira de los productores y realizadores australianos y crítica de la opinión pública australiana, las distribuidoras estadounidenses desembarcaron con todo su poderío económico y técnico en el continente, dispuestas a hacerse con el monopolio absoluto del mercado. Los lectores de Secreto de hermanas recordarán de inmediato a Freddy Rockcliffe, probablemente uno de los personajes más encantadores de la novela.

En 1927, ante los abusos cometidos por las productoras norteamericanas, las autoridades decidieron formar una Comisión Real de investigación para tratar de discernir hasta qué punto podían imponer unas normas que protegieran el cine de cosecha propia. Se barajaron muchas medidas que nos sonarán extraordinariamente familiares, como la imposición de un canon, de cuotas a las productoras extranjeras, ayudas, subvenciones, etc.… Al final, todo quedó en una mera lista de tímidas recomendaciones, que no hicieron sino mermar aún más la precaria situación en la que ya se encontraba la producción nacional.

Por fin, en la década de los treinta, la época dorada del cine mudo australiano terminó abruptamente, casi de la noche a la mañana, con la llegada de las talkies, las películas habladas: el cine sonoro. No solo George Valentin, el carismático actor protagonista de The Artist, será víctima de la introducción del sonido en el cine. Adéla, como veréis los que leáis Secreto de hermanas, sufrirá en sus propias carnes la llegada de una revolución técnica que encareció los costes, profesionalizó la industria y acabó con la época de vibrante creatividad que supuso el cine mudo en Australia.

Australia (2008), protagonizada por Hugh Jackman y Nicole Kidman, está inspirada
en los temas clásicos de las películas mudas tradicionales australianas,
foto de Farawaydows

Si queréis seguir leyendo más sobre Secreto hermanas, podéis leer los capítulos anteriores:

martes, 10 de abril de 2012

Secreto de hermanas II: La naturaleza australiana

Foto de la entrada original proporcionada por B. Clifton
Esta semana aprovecho esta segunda entrega sobre Secreto de hermanas para presentaros uno de los leitmotivs principales de esta novela: la flora y fauna australianas. Aunque os hablaré de ello con más profundidad dentro de poco, querría empezar por reproducir aquí un texto que la propia Belinda Alexandra publicó en su blog el día 21 de enero sobre la naturaleza australiana. Previo permiso de la propia Belinda, a la que le entusiasma la idea de poder llegar también a sus lectores españoles, reproduzco aquí su entrada (la traducción es de una servidora, claro). Le cedo la palabra pues a Belinda:

Hermoso koala, foto de Christine Alice Calabria

Cualquiera que haya leído Secreto de hermanas sabrá que me apasiona la hermosísima naturaleza australiana. ¡Es nuestro gran tesoro nacional! En particular, me encantan los canguros.

Cuando pienso en ello, me sorprende que fuera mi madre rusa la que me inculcara el amor por el paisaje australiano y que mi padre me enseñara a reconocer las diferentes especies de aves.

En el colegio, no me proporcionaron absolutamente ninguna información sobre animales o aves australianas, ¡y eso que crecí en una zona llena de bosques! Al inscribirme en WIRES (NSW Wildlife Information and Rescue Service, el servicio de rescate e información sobre la vida salvaje de Nueva Gales del Sur) fue cuando aprendí todo lo necesario acerca de los primeros auxilios básicos para atender a los animales autóctonos australianos.

Hace poco, me topé con un hombre y su acompañante que estaban poniendo el libertad a un póssum (que son animales nocturnos) a plena luz del día y a varios kilómetros de donde lo habían capturado de forma ilegal. ¡Y resultó ser profesor de primaria! ¡Tendría que haberse sentido avergonzado!

No dejéis que vuestros hijos crezcan sin apreciar las bondades de la fauna y la flora y, en particular, el hermoso país que es Australia y sus tesoros. Mi colega escritora y cuidadora de la naturaleza, Margaret Warner, ha escrito una serie de libros sobre la naturaleza australiana y el cuidado del medio ambiente para niños entre 6 y 12 años. Podéis consultar sus libros en www.margaretwarner.com.au (en inglés).

Más arriba podéis ver una fotografía de un bellísimo ejemplar de canguro gris oriental y su cría, proporcionada amablemente por B. Clifton. Si os interesa saber más sobre cómo salvar a nuestros canguros, por favor, visitad la página: www.kangaroofootprints.com.au (en inglés).

Y si además queréis saber cuáles son las principales fases de primeros auxilios para el cuidado de animales autóctonos australianos, por favor, visitad la página web del WIRES (en inglés): http://www.wires.org.au/emergency/injured-animalemergency.html.

Tim y Kate, pareja de póssums atendidos por Belinda
Si queréis seguir leyendo más sobre Secreto hermanas, podéis leer el capítulo anterior:

martes, 3 de abril de 2012

Secreto de hermanas I: Praga

Secreto de hermanas de Belinda Alexandra


Como bien sabéis, una vez al año en este blog aparece una entrada dedicada a las obras en español de mi autora de cabecera, Belinda Alexandra, y también, claro está, a mi labor traductora de las mismas.

A medida que van pasando el tiempo y las novelas, me he ido dejando seducir por los ambientes que Belinda recrea en sus historias, hasta el punto de que, en mi caso personal, no me importan tanto las tramas en sí mismas como los lugares, los momentos históricos o los leitmotivs de los que se sirve en su literatura. 

Yo misma con Praga al fondo desde la colina de Petrín


Ese es el caso de su última novela (mi última traducción) que hoy sale a la venta oficialmente, Secreto de hermanas (del título original Silver Wattle, del que os hablaré en posteriores entradas). Ya sabéis que el tiempo, ese bien preciado, escasea para dedicarlo a estas lides blogueras, pero esta vez quiero intentar escribir unos cuantos postitos que iré colgando sucesivamente para hablar un poco de la inspiración traductora que me animó a lo largo del proceso de traducción de Secreto de hermanas.

La torre del Puente de Carlos en Mala Strana
Lo primero que me sedujo de la primera parte de la novela fue esa Praga de entreguerras. Las dos protagonistas, Adéla y Klára, son dos hermanas que provienen de una familia acomodada que reside en una hermosa casa azul en una plaza del barrio de Malá Strana, al pie del castillo praguense y muy cerca de la frondosa colina de Petřín. La vida de ambas hermanas transcurre entre las empinadas calles de ese barrio, aunque con frecuencia cruzan el magnífico Puente de Carlos para visitar el casco antiguo, o Staré Město, para acudir a conciertos, fiestas o al famoso mercado de Navidad.


Estatua de Karel Hynek Mácha
Mientras traducía esas primeras páginas, me entraron muchísimas ganas de conocer Praga, así que lié a este señor y nos fuimos para allá para celebrar nada menos que mi trigésimo cumpleaños, después de zamparnos una deliciosa tarta de chocolate cumpleañera.

Tengo que confesaros que, a pesar de no encontrar «la casa azul de la esquina de la plaza» (cosa que me habría gustado), pasamos unos días estupendos en Praga, tranquilos, interesantes, descubriendo la ciudad con los primeros capítulos de Secreto de hermanas como referencia. Paseamos por el barrio de Malá Strana (donde también nos alojábamos, en el Hotel Green Lobster, un edificio precioso en la calle Nerudova con unas matadoras escaleras de caracol que casi acabaron con mi rodilla, pero cuyas unas vistas al castillo y a la colina de Petřín hacían que mereciera la pena). También paseamos por el parque de la colina de Petřín, donde logré encontrar la estatua del poeta Karel Hynek Mácha, autor del poema titulado Mayo, que tanta importancia tiene en la trama de Secreto de hermanas. Cruzamos innumerables veces el Puente de Carlos, no con tanta premura como Adéla y Klára, eso seguro, pues nosotros sí pudimos detenernos a contemplar sus estatuas, en particular, la de San Juan Nepomuceno que, si la frotas, te asegura tu regreso a Praga...

Fueron unos soleados días de octubre, en los que Praga se había teñido de todos los colores del otoño, y que me sirvieron para inspirarme para la primera parte de Secreto de hermanas. El resto de localizaciones de la novela, australianas prácticamente todas ellas, me quedan un poco más lejos, pero son una cuenta pendiente que tengo... ¡Algún día tendré que volar a Sídney, después de haber traducido tantas páginas sobre la exuberante naturaleza australiana! (Ese será otro de los temas de los que os hablaré muy pronto).

La colina de Petrin desde Stare Mesto
De momento, y para demostrar que en Secreto de hermanas hay mucho más que una historia de misterio familiar, en los próximos capítulos os hablaré sobre la naturaleza australiana y sobre el nacimiento del cine mudo en Australia, dos de los temas principales que Belinda recrea en esta tercera novela.

Si queréis seguir leyendo más sobre Secreto hermanas, podéis continuar con los siguientes capítulos:

viernes, 20 de enero de 2012

Lo llaman piratería. ¿Lo es o no lo es?

A principios de este año, escribí un estudio sobre la manipulación lingüística y la piratería para una de las asignaturas del máster de lingüística que estoy cursando, con motivo del debate sobre la Ley Sinde que se estaba librando por aquellos días. Como veo que el tema de las connotaciones del término piratería es algo que no decae, voy a poneros un fragmentito aquí. Si os resulta interesante (y me lo decís), puede que me anime a colocar algún otro trozo más.



El advenimiento de las mal llamadas nuevas tecnologías (pues como apunta el dibujante Rubén Fernández(1), algo que ya tiene tantos años no debería adjetivarse como nuevo, aunque sea cierto que estén en constante evolución) y sobre todo el uso de Internet se van generalizando poco a poco gracias, entre otras cosas, a las redes sociales, al florecimiento de una concurrida blogosfera y al desarrollo de nuevos foros virtuales. Debido a ello, toda una serie de conceptos tradicionales de la industria y de la comunicación han empezado a cambiar de manera irreversible. Las formas de compartir archivos evolucionan inexorablemente y con ellas, los soportes digitales en los que estos se pueden reproducir: al principio fue la copia musical(2) y los reproductores de mp3 y ahora poco a poco está llegando la revolución del libro electrónico. Es evidente que la industria encargada de distribuir y comercializar aquello que les ha dado por llamar contenidos culturales, que viene a ser un cajón de sastre conceptual en donde caben discos, libros, películas y demás, tiene que notar este tipo de cambios. Si el impacto es positivo o negativo es algo todavía difícilmente demostrable, entre otras cosas, porque todo está cambiando muy rápidamente y es muy complicado calibrar algo así solamente en función de datos estadísticos sesgados o interesados(3).

Además, las formas de comunicación también están cambiando en el sentido de que, en teoría, cualquier persona puede dar su opinión en un foro público y la expresión no está reservada solamente a las élites, para que puedan moldear a voluntad la opinión de los ciudadanos. Y, sin embargo, a efectos prácticos, como veremos, los medios de comunicación siguen empleando un lenguaje cargado de ideología, las tácticas de manipulación del lenguaje funcionan de la misma manera y bajo los mismos preceptos, como nos dice Chomsky:
En pocas palabras, el público en general ha de ser reducido a su apatía y obediencia tradicionales y expulsado del foro del debate y la acción políticos, para que la democracia pueda sobrevivir(4).

En resumen, los principales medios de comunicación —en particular, los medios de élite que establecen el programa que los demás suelen seguir— son grandes empresas que «venden» públicos privilegiados a otras empresas. No podría constituir una sorpresa el hecho de que la imagen del mundo que representan reflejara las perspectivas y los intereses de los vendedores, los compradores y el producto(5).

En este contexto, una parte muy visible y con muchísima presencia en los medios de comunicación de los integrantes de la industria cultural (véanse las declaraciones de Alejandro Sanz(6), el artículo de Javier Bardem(7), el de Fernando Savater(8), las declaraciones de Ramoncín(9), etc.) se han erigido en defensores a ultranza de los derechos de autor, considerando estos como un auténtico símbolo de la protección de la cultura. Según ellos, gracias a la protección de los derechos de autor, se «salvará» el «mundo de la Cultura, que está viendo perjudicada su propia existencia»(10). Indagando en la historia del copyright y los derechos de autor, vemos que hay muchas luces y sombras en torno a esta premisa de que los derechos de autor son la panacea que salvará del hambre y la extinción a los susodichos autores (especialmente interesantes a este respecto son las consideraciones de Richard Stallman en su obra Software libre para una sociedad libre)(11), aunque aquí no me detendré en esto, pero es útil tenerlo en cuenta para no caer en una simplificación de las ideas.

Volviendo a los defensores de los derechos de autor, es relativamente normal que un sector que tiene intereses directos en el asunto trate de inclinar la balanza en favor de la protección de esos mismos intereses, elevándolos a derechos inquebrantables si es necesario. Lo que resulta a todas luces desmedido es que de sus declaraciones se desprende que son un colectivo totalmente radicalizado(12), que se distingue por no prestarse a escuchar más argumentos que los suyos propios, que pretenden establecer un sistema de valores morales que salvaguarde sus intereses (o más bien, los intereses de la industria que los respalda) y que están empleando, voluntaria o involuntariamente, todo el poder del lenguaje para lograr sus objetivos.

Entre las perversiones semánticas que se ven y oyen diariamente en los medios de comunicación, una de las más llamativas es el uso del término piratería como sinónimo de «infracción de los derechos de autor».

No se puede negar que el colorido de la palabra piratería es evidente(13). El significado denotativo del término lo encontramos en la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar:
Constituye piratería cualquiera de los actos siguientes:
a)     Todo acto ilegal de violencia o de detención o todo acto de depredación cometidos con un propósito personal por la tripulación o los pasajeros de un buque privado o de una aeronave privada y dirigidos:
    i)     Contra un buque o una aeronave en alta mar o contra personas o bienes a bordo de ellos;
    ii)     Contra un buque o una aeronave, personas o bienes que se encuentren en un lugar no sometido a la jurisdicción de ningún Estado;
b)     Todo acto de participación voluntaria en la utilización de un buque o de una aeronave, cuando el que lo realice tenga conocimiento de hechos que den a dicho buque o aeronave el carácter de buque o aeronave pirata;
c)     Todo acto que tenga por objeto incitar a los actos definidos en el apartado a) o el apartado b) o facilitarlos intencionalmente(14).

Claramente, en nuestro caso asistimos a un contagio semántico del término hacia una actividad que hasta el momento, no recibía ninguna denominación. En un principio, denominar piratería a la acción de hacer un uso no autorizado de una obra protegida por derechos de autor busca evidentemente trasladarle parte del significado que acabamos de ver de piratería naval (robo con violencia y enajenación de las pertenencias ajenas). Es decir, todo aquello que se denomine piratería o a todo aquel al que se tache de pirata, adquirirá automáticamente el estatus de ladrón, por contagio semántico(15). Nos lo explica David Bravo en su libro Copia este libro, en referencia al Plan Antipiratería(16) promovido por el Ministerio de Industria Turismo y Comercio en 2005:
Uno de los objetivos del Plan es realizar un retrato robot del pirata modelo con cuestionarios que los identifique y los clasifique. El problema es que “los infractores” no son un grupo abarcable por un cuestionario. Varios millones de personas descargan obras de las redes P2P que después copian a amigos que las disfrutan con sus padres que las prestan a los compañeros de trabajo. El término piratería que usa el gobierno es tan amplio que el cuestionario revelará que de él no se salva ni la mayor parte de los que lo han redactado. Las demandas llevadas a cabo en buena parte del planeta por el uso de las redes P2P, ya han hecho pasar por los tribunales a un juez alemán, un cocinero francés y un concejal inglés. El perfil del pirata, entendido como lo malentiende la industria, es tan expansivo que podría englobarnos a todos. Ni patas de palo ni parches en el ojo, solo ciudadanos corrientes y molientes atosigados por usar los aparatos que a veces venden las mismas empresas que más se quejan por la “piratería”(17).

Y sin embargo, los mismos que han acuñado este despectivo término para referirse a todos aquellos que, según su punto de vista, roban la propiedad intelectual ajena, no se sienten demasiado felices con dicha metáfora marítima porque la consideran demasiado suave. El abogado José María Tourné Alegre así lo explica:
Muchas son las posibles acepciones e interpretaciones del término y existe unanimidad entre todos los colectivos afectados por la misma en denostar el término por el carácter romántico, aventurero y sin apenas reproche social que conlleva. Sin embargo, nadie ha sido capaz de encontrar otro que lo sustituya(18).
Es decir, nos encontramos ante el hecho de que los que emplean el término para aprovechar su connotación negativa se lamentan de que ese mismo término tenga ciertos componentes positivos como son su carácter romántico y de desafío a la autoridad, porque lo que querrían sería utilizar un término que no dé pie a interpretaciones positivas, como las que en muchas ocasiones les ha atribuido la literatura y el cine a los piratas. Aquí es cierto que caen en la trampa de pensar que el lenguaje configura inevitablemente el pensamiento: no comprenden que quizá la población no percibe los actos que ellos definen como robo carente de ética e incitación a la delincuencia porque no lo son en un sentido estricto, sino que dependen de la interpretación que ellos atribuyen a actos que no en todos los casos son ilegales(19).

La lectura totalmente maniquea que hacen en nombre de la defensa de la industria cultural ciertos personajes públicos y algunas asociaciones (una suerte de «estás con nosotros o estás contra nosotros») no se ajusta a una realidad en la que puede haber muchos matices, algunos de ellos de carácter jurídico. Por ejemplo, las limitaciones al derecho a la copia privada o la definición de lucro indirecto o directo son cuestiones que admiten muchísimas interpretaciones y matices y no es de recibo una única visión radical, por lo que elevar a categoría de «robo con violencia» una serie de actividades como la descarga que ni siquiera están recogidas en las leyes carece de sentido y enciende las alarmas del abuso del lenguaje y la manipulación de las ideas. Así lo expone en su glosario sobre términos que deberían evitarse la Free Software Foundation, fundación creada entre otros por Richard Stallman, creador del proyecto GNU en favor del software libre:
«Piratería»
Los editores utilizan a menudo la palabra «piratería»para referirse a las copias que ellos no permiten. De este modo, sugieren que, en cuestiones de ética, equivale a abordar barcos en alta mar y secuestrar y asesinar a la gente que viaja en ellos. Basados en dicha propaganda, han logrado que la mayoría de las leyes de todo el mundo prohíban la copia en la mayoría o en todas las circunstancias, según el caso, y siguen presionando para seguir restringiendo de forma más estricta.
Si usted no cree que copiar sin la autorización del editor sea sinónimo de secuestrar y asesinar, es preferible que no utilice la palabra «piratería» para describirlo. Existen términos neutrales que se pueden usar en lugar del anterior, como «copia no autorizada» o «copia prohibida» (para una situación que sea ilegal). Algunos de nosotros incluso podríamos preferir un término positivo, tal como «compartir información con el prójimo»(20).

Parece claro que en todas estas cuestiones, es necesario un meditado análisis jurídico y un profundo estudio de los nuevos entornos de intercambio y distribución para determinar en qué medida los usos y costumbres digitales tienen o no cabida en las leyes actuales y cuáles de ellos habría que prohibir tajantemente y a cuáles de ellos habría que adaptarse. Por esta razón, adjetivarlos como ilegales supone una clara voluntad de manipulación y modelación de la realidad lejos del rigor y con unos objetivos claros y específicos de decantar esa realidad hacia los intereses particulares de aquellos que obtienen beneficio económico de una u otra manera.

Es el caso, por ejemplo de la evidente peyorización que ha sufrido de un tiempo a esta parte el término descarga, que en los medios de comunicación de todas las tendencias políticas se ha empezado a ver adjetivada alegremente por ilegal, hasta tal punto que la acción de descargar (o bajar) de Internet, de por sí neutra y muy general, una acepción no recogida por el Diccionario de la Real Academia, que proviene de la traducción del término download y puede remitir a casi cualquier cosa (descargar un archivo que alguien te envía por correo electrónico, descargar una foto de un álbum de fotos de un amigo, descargar un disco de una red P2P, pero también descargar mientras se ve un vídeo en YouTube por streaming...), está absorbiendo la connotación terriblemente negativa de ese adjetivo que se le presupone, porque descargas ilegales casi se considera un pleonasmo. Lo vemos en el artículo del país Avatar rompe otro récord, ahora en piratería(21), en el que se mencionan los millones de descargas de la taquillera película, dando por hecho el carácter ilegal y pirata de dichas descargas. En ese sentido, no parece haber mucha salvación posible en la caída a los infiernos semánticos de descarga, un término aparentemente neutro, que ha abandonado su neutralidad para pasarse al bando pirata y a personificar ese robo con violencia de los bucaneros digitales(22).


REFERENCIAS
> Ilustración de Txomín Medrano, de El pirata Garrapata.
(1) Rubén Fernández, ¿Hasta cuándo las nuevas tecnologías van a seguir siendo nuevas?, El Jueves, Nº 1713, marzo 2010, pág. 8.
(2) Fontdevilla y Monteys, Para ti que eres joven (El futuro de la música), El Jueves, Nº 1660, marzo 2009, págs. 56-57.
(3) La SGAE se encarga a sí misma los estudios antipiratería (Antonio Delgado en soitu.es, 30-01-2009).
(4) CHOMSKY, N. (1992). Control del pensamiento en las sociedades democráticas. Madrid, Libertarias/Prodhufi, pág. 11.
(5) Ibid., pág. 17.
(6) Alejandro Sanz equipara los derechos de autor a los de los niños africanos (Público, 20-01-2011)
(7) El botón mágico (Javier Bardem, El País, 24-12-2010)
(8) Colegas de ‘Mad Max’ (Fernando Savater, El País, 28-01-2011)
(9) Ramoncín responde a las críticas a su versión de Nirvana (Rolling Stone, YouTube, 16-10-2010)
(10) Confío en que habrá una Ley Sinde (El País, 25-12-2010)
(11) STALLMAN, R. M. (2004). Software libre para una sociedad libre. Madrid, Traficantes de sueños, mapas.
(12) Bautista arremete contra los “pendejos electrónicos” por las críticas al canon (Libertad digital, 14-11-2003)
(13) Maikel y Monteys, Todos somos sospechosos. Descargas de Internet. El Jueves, Nº 1683, agosto 2009, portada.
(14) Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar.
(15) Manuel Bartual, El detective de la SGAE, El Jueves, Nº 1660, marzo 2009, pág. 40.
(16) Plataforma Antipiratería
(17) BRAVO BUENO, D. (2005) Copia este libro. España, Ed. Dmem, S.L., pág 76.
(18) TOURNÉ ALEGRE, J. M. (2007). Los derechos de la propiedad intelectual en relación con la sociedad de la información. La Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y el comercio electrónico. Consejo General del Poder Judicial, pág. 43.
(19) La piratería no existe (Juan Gómez-Jurado, Alt1040, 28-01-2011)
(20) Palabras y frases confusas que vale la pena evitar, Free Software Foundation.
(21) Avatar rompe otro récord, ahora en piratería (El País, 22-12-2010).
(22) Comentario del minuto 3:05 del vídeo: Ramoncín responde a las críticas a su versión de Nirvana (Rolling Stone, YouTube, 16-10-2010)