Parece
que la vida en el mundo internaútico es superficial y efímera, pero hoy nos ha
dejado alguien a quien la comunidad de traductores en tuiter echaremos profundamente
de menos, que no olvidaremos fácilmente y que nos deja tristes, porque hoy no puede ser más
verdad que se nos ha ido uno de los buenos.
Hoy
se levantó el día nublado y lluviosísimo en Madrid, acorde a la noticia que nos
esperaba: Miguel Llorens, el traductor financiero, falleció hace dos semanas, y
ninguno, metidos en nuestros quehaceres y retrasando quedar o vernos para algún
#tratuimad, lo sabíamos: nos habíamos pensado que Miguel se había ido de
vacaciones, se había dado un descanso de tuiter y del blog, aunque ya lo estábamos
echando de menos...
Como
decía, se levantó lluviosa Madrid, esta ciudad que acogió a Miguel durante su último
año de vida. Había decidido mudarse para poder darles un trato más personalizado
a sus clientes españoles, que le quedaban demasiado lejos allende los mares, o
al otro lado del Canal de la Mancha (anteriormente, estuvo viviendo unos años
en Londres). Parecía contento de estar en Madrid, y yo tenía muchas ganas de volver
a encontrarme con él en alguna de nuestras cenas de traductores, o con cualquier
otra excusa, para charlar, porque su charla siempre era interesante. Me
sorprendió su modestia: por mucho que fuera un grandísimo profesional y una
persona leída y culta, nunca hacía alarde, siempre iba con la humildad por
delante, siempre hablaba como los que de verdad saben: con cautela, con tranquilidad
y con ese acento venezolano suyo tan melodioso.
Solo
lo vi cuatro veces, tendrían que haber sido muchas más... Me arrepiento de no
haberme encontrado con él el Día del Libro en abril, que salió a dar un paseo y
al final no coincidimos porque yo había quedado con mi amiga Belén... Si me
pongo a pensar, creo que me acordaré de él la última vez que lo vi, un caluroso
día de verano, en el que le estaba esperando junto a la Mariblanca en Sol,
porque íbamos a comer con @lfftrans, @meowtrad, @jmmanteca y @jordibal, que volvía
de Alicante. Lo esperé a la sombra de la propia estatua, porque el sol pegaba
fuerte, y lo vi venir, caminando tranquilo. Recuerdo que pensé: «¡Se ha vuelto
a dejar perilla, como en su foto de tuiter!» y luego, después de que se peleara
con su recién estrenado móvil para mardarle un tuit a Jordi, nos aclaramos con
los demás y echamos a andar hacia Chueca. De camino allí, como siempre, fuimos
charlando de unas cosas y otras; de lo curioso que resultaba el ambiente de los
#tratuimad, de cómo son estas cosas de los encuentros desvirtualizadores...
Después
de la comida, nos despedimos, hasta la próxima... Ya no la habrá, y lo siento
en el alma, porque sé que lo echaré de menos: tanto en tuiter, como fuera de él.
Descansa
en paz, Miguel.
Yo no tuve la suerte de desvirtualizarlo y lo conocía únicamente a través de Twitter y de su blog, pero me parecía una persona brutalmente honesta y un gran profesional. Creo que seremos muchos los que le echaremos de menos.
ResponderEliminarUna pena. Qué lástima que alguien fallezca tan joven, joder, cuando queda tanto por hacer... Yo no lo conocí y me da pena no haberlo hecho. Toda una pena.
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