Vera Figner Fuente: Revista Nada |
Vera Figner nació en 1852 en el seno de una familia noble en Kazan. No sería la primera de los revolucionarios rusos que provendría de un entorno acomodado y se rebelaría contra él (Lenin, sin ir más lejos, provenía de un extracto similar). Tras educarse en un instituto femenino para hijas de familias nobles ubicado en su ciudad natal, Vera inició sus estudios superiores en la universidad de la misma ciudad por voluntad de sus padres, aunque lo que ella en realidad deseaba era emprender estudios universitarios de medicina, cosa que estaba vetada a las mujeres en Rusia. En 1870, con 19 años, Vera se casó con Alekséi Filíppov. Dos años más tarde, semanas antes de que su padre falleciera, Vera y su marido, acompañados de Lydia, una de las hermanas de Vera, viajaron a Zúrich, donde ambas pudieron matricularse en la facultad.
Vera le dijo a una amiga:
No me detendré ante nada porque este plan [formarse en Zúrich y regresar a su país para abrir un hospital, una escuela y un instituto de artes y oficios] no es un mero producto de mi desocupada imaginación, sino mi carne y hueso, y mi motivación residirá en las tres necesidades u objetivos que definirán mi existencia: independencia económica, el enriquecimiento de mi inteligencia y la utilidad de otros.
En Zúrich, las dos hermanas establecieron contacto con agrupaciones socialistas y se unieron a un grupo de rusas radicales llamado Fritsche, que abogaba por que la verdadera labor revolucionaria sería volver a Rusia y vivir entre los obreros para convencerlos de la importancia del cambio social. Un año después de la llegada de las hermanas Figner a Suiza, el gobierno ruso aceleró el regreso de las integrantes del grupo Fritsche con la emisión de una orden que prohibía a las rusas estudiar medicina en Zúrich bajo sospecha de que lo hacían para promover el amor libre y practicarse abortos entre sí. Como la orden no afectaba a otras ciudades, Vera se separó de su marido, que tenía ideas políticas más moderadas que ella, y se trasladó a Berna, para proseguir sus estudios.
No tardó en regresar a Rusia con motivo del encarcelamiento de su hermana Lydia, condenada en Moscú tres años más tarde por poseer y repartir folletos socialistas entre los trabajadores de la fábrica en la que había conseguido trabajo al volver de Suiza.
En esa época, Vera aprueba los exámenes de auxiliar de medicina y de comadrona. Poco después, obtiene una plaza de auxiliar de cirugía en un pueblecillo de la provincia de Saratov y se instala allí con su hermana Evgenia. Durante los breves años que ambas residen allí, Vera entra en contacto con la dureza de la vida rural. Además de su extenuante trabajo sanitario, las hermanas fundan una escuela para enseñar a leer, a escribir y matemáticas básicas a los campesinos y a sus hijos, cuya confianza van ganándose poco a poco.
También durante su estancia en el campo, Vera conoce al revolucionario Alexander Soloviev, que posteriormente intentaría atentar contra el zar Alejandro II y sería condenado a muerte por ello en 1879. Ese mismo año, Vera pasa a formar parte de Narodnaya Volia (Libertad para el Pueblo) la facción más radical del grupo revolucionario Zemlya i Volya (Tierra y Libertad). Narodnaya Volia abogaba por atentar contra el zar Alejandro II para revertir el orden establecido. Después de una serie de intentos fallidos, el grupo, liderado por Vera, logra su objetivo de asesinar al zar en 1881 en San Petersburgo mediante dos bombas justo antes de que el zar pasara revista a sus tropas.
La consecuencia fue que se detuvo prácticamente a todos los miembros de Narodnaya Volia, y Vera fue una de las pocas integrantes del comité ejecutivo del grupo que escapó a las detenciones. Durante los años siguientes, intentó sin éxito reagrupar a sus correligionarios y, finalmente, fue delatada en 1883 y detenida durante 20 meses en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. En 1884 se la condenó a muerte. Vera se despidió de su madre y de su hermana más joven, Olga, y se dispuso a esperar ocho días, momento en el que tendría lugar su ahorcamiento. Transcurrido ese tiempo, se le comunicó que la pena había sido conmutada a cadena perpetua y se la trasladó a la fortaleza de Shlisselburg.
Allí, las condiciones de vida eran terribles y muchos de los presos terminaban por enloquecer o suicidarse. Pasada una década, la prisión cambió de dirección y las normas de aislamiento se relajaron ligeramente y a los presos se les concedió la posibilidad de hacer uso de una biblioteca. Vera siempre hizo campaña por que la colección incluyera títulos socialistas.
En 1904, 22 años después de que fuera encarcelada, se le comunicó que se le había conmutado la cadena perpetua por 20 años de prisión y que sería liberada ese mismo año. Al abandonar la cárcel, Vera se marchó al extranjero y vivió 8 años en el exilio antes de regresar a Rusia. Falleció en 1942, a los 89 años.
En diciembre de 2016, la Editorial Antipersona volvió a publicar las memorias que se citan en la agenda (Запечатлённый труд) con el nuevo título de Rusia en las tinieblas en una cuidadísima edición en donde relata sus años al frente Narodnaya Volia y sus veinte largos años encarcelada.
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