Malcolm X |
Malcolm X es un ejemplo como pocos de la personificación del carisma. Pero no solamente sus características innatas brillaban en él. Su dicción, su manera de hablar en público y su gestualidad, midiendo milimétricamente las pausas e imprimiéndoles a las palabras y a los gestos exactamente el significado que pretendía hacen que no sea difícil de imaginar el increíble tirón que tuvo entre la comunidad afroamericana en vida, incluso aunque su discurso en ciertos momentos fuera mucho menos constructivo y amargo que el de otras figuras del movimiento civil.
En el discurso mencionado en la agenda, The Ballot or the Bullet o El voto y la bala en español un año antes de su asesinato, está presente esa energía, esa potencia, ese aura:
The Ballot or the Bullet - Malcolm X
Malcolm Little nació en el seno de una familia numerosa en Omaha, Nebraska. Debido al activismo de su padre, un ministro bautista, toda la familia sufrió las persecuciones del grupo de supremacistas blancos llamado la Legión Negra. A pesar de que, durante la infancia del pequeño Malcolm, la familia se mudó en varias ocasiones y trató de zafarse de la amenaza de los racistas, el grupo quemó su casa hasta los cimientos y, poco tiempo después, asesinó a su padre.
Ese fue el principio de la desgracia para la familia Little. Su madre, unos años después, embarazada del novio que acababa de abandonarla, sufrió una depresión nerviosa y fue internada en una institución psiquiátrica, lo que tuvo como consecuencia que Malcolm y sus siete hermanos fueran repartidos entre distintas casas de acogida.
Con 21 años, Malcolm fue detenido por robo y allanamiento de morada en Boston y sentenciado a 10 años de cárcel. Fue allí donde vio la luz y encontró su verdadera vocación: lo captó una agrupación llamada Nación del Islam, cuyo gurú, Elijah Muhammad, preconizaba la vuelta de los afroamericanos a África y el establecimiento de una nación independiente de los blancos, con los que se había demostrado que los negros no podían convivir. Allí fue cuando cambió su apellido Little, con ecos esclavistas, por una X, la incógnita africana de sus orígenes.
El entusiasmo de Malcolm por las enseñanzas de Muhammad hizo que se convirtiera en el predicador favorito y más conocido de la Nación del Islam, haciéndole sombra al propio gurú. Los mítines de Malcolm hacían que los convertidos se contaran por miles.
No obstante, el propio Malcolm empezó a albergar sus dudas por el dirigente de su agrupación, que no predicaba precisamente con el ejemplo de lo que les imponía a otros. Fue entonces cuando decidió viajar a La Meca y estuvo una temporada fuera del país. La experiencia de viajar a África le abrió los ojos y lo expuso a otras realidades diferentes de la norteamericana.
A su regreso, renegó del discurso de la Nación del Islam y expresó su intención por acercar posturas con otros líderes del movimiento de derechos civiles (aunque siempre consideró que Martin Luther King era demasiado «blandito» para la radicalidad y la contundencia necesarias para aliviar la vida de sus compañeros de raza).
Esto lo puso en el punto de mira de la Nación del Islam y del propio Elijah Muhammad (no se llegó a demostrar que fuera el ideólogo del asesinato, aunque muchos lo sospechaban). Ya habían intentado atentar contra él apenas una semana antes, por lo que siempre iba acompañado de guardaespaldas. Aquel día en la sala del Audubon Ballroom en Nueva York, tres integrantes de la Nación se aproximaron a él y le dispararon 15 veces a una corta distancia.
Particularmente bello es el panegírico que le dedicó Ossie Davis:
Si queréis más Malcolm X, podéis ver la peli biográfica de Spike Lee protagonizada por Denzel Washington.
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