lunes, 5 de febrero de 2018

¡Todos a la huelga! (5 de febrero de 1919)

Empezamos la semana con la primera efeméride española (que encontraréis en la agenda La resistencia, pero no en la Verso original).


Unos días antes del 5 de febrero de 1919, la Compañía Eléctrica Riegos y Fuerzas del Ebro (más conocida popularmente como La Canadiense, porque su principal accionista era un banco de Toronto), que abastecía de electricidad a la ciudad de Barcelona, recortó drásticamente los salarios de sus trabajadores, lo que dio origen a protestas. La consecuencia fue el despido de ocho trabajadores que precisamente habían formado el sindicato independiente de la empresa. Cinco de ellos pertenecían al departamento de facturación, y sus compañeros, en solidaridad, se pusieron en huelga de brazos caídos hasta que fueran readmitidos.

La empresa entonces, los despidió a todos: 117 trabajadores. Esto desencadenó una llamada a la huelga general convocada por la CNT, a la que se sumaron todos los demás trabajadores de La Canadiense y, uno tras otro, los trabajadores de los trenes y los tranvías; los de las empresas del agua, la electricidad y el gas; y los del sector textil.

En este documental de La 2 que habla sobre la empresa titulado La Canadiense, el nacimiento de un sueño, se habla de las condiciones laborales de los trabajadores y los desencadenantes de esta histórica huelga (algunas de las fechas mencionadas en el documental parecen no coincidir con la cronología de la huelga).



Después de un intento de incautación de la empresa por parte del gobierno del Conde de Romanones, se sumó a la huelga el colectivo de artes gráficas que declaró una censura roja, consistente en que los periódicos no publicarían ni una sola noticia que perjudicara a la lucha obrera. Para entonces, el castillo de Montjuich albergaba ya a más de 3000 trabajadores encarcelados.

Entre el 15 y el 17 de marzo, la dirección de la empresa se reunió con el comité de huelga y se llegó al acuerdo de aumentar los salarios a los trabajadores, readmitir a los despedidos, implantar la jornada de 8 horas y excarcelar a los trabajadores presos.

Más de 20 000 trabajadores se congregaron en la plaza de toros de las Arenas de Barcelona. El histórico sindicalista anarquista Salvador Seguí, conocido como el noi del sucre, dio un mitin en la plaza y los trabajadores aceptaron unánimemente el fin de la huelga, 44 días después.

Aunque se logró la histórica jornada de 8 horas (después de firmar el decreto que la hacía extensiva al resto del país, el Conde de Romanones dimitiría de su cargo el 3 de abril de 1919), las tensiones entre la patronal y los sindicatos no arreciarían: dado que no se excarceló a todos los trabajadores, tal como se había prometido, se convocó una nueva huelga general y los conflictos se prolongarían durante muchos meses más.

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