domingo, 13 de julio de 2008

Pudimos

El año que España ganó la Eurocopa, yo estuve allí.


Vale, vale, no estuve en Viena ni en ese Innsbruck que los anuncios de Cuatro gritaban a todo pulmón, está claro, pero estuve en el meollo eurocopero, en Basilea, a sólo unas manzanas del estadio de Saint Jacob Park, donde cayó Suiza y también Turquía, ante esa Alemania a la que ganamos ayer con todas las de la ley. El anuncio de Cuatro decía "PODEMOS" (más de uno estará hasta el moño de escucharlo), pues sí: PUDIMOS.

Y es que mientras el otro día después de la victoria me tragaba todos los especiales que ponían por la tele sobre nuestro triunfo futbolero, esta pensando, como ya os dije en mi anterior post, que mi estancia basilea ha estado indefectiblemente marcada por esta Eurocopa, hasta el punto de que me he venido de Suiza con una lesión que cualquiera de los cracks de la Selección hubieran deplorado mucho más que yo: un esguince de rodilla (lo sé, lo séeeee, es mejor que tener el menisco roto, claro que sí).

Parece mentira que ya lleváramos dos semanas en Basilea cuando arrancó la Eurocopa, con aquel partido Suiza-Republica Checa (en la que, fíjate tú, casualidades de la vida, Alexander Frei, el capitán del equipo helvético, se lesionó la rodilla izquierda ¡rotura del ligamento interno!...), yo recibía visita ese fin de semana y Alba había venido a Basel desde Frankfurt... A partir de aquel momento, todo lo que hicimos estuvo marcado por la programación de los partidos: todo empezó el día en que nos reunimos en el McGuiness's cuatro gatos para ver el partido (bueno, vale, éramos más de cuatro: dos españoles y medio, un canadiense y medio, dos americanos, un suizo y un alemán animando a España... ¿Aquéllo era un chiste, o qué era?) y nos bebimos unas cuantas cervezas a la salud del guaje Villa, rodeados por unos pocos españoles solitarios en las mesas individuales, un grupo de italianos disfrazados de españoles (con banderas y boinas) y un grupo de suecas que se aposentó allí para verse el siguiente partido...



Apenas puedo recordar el resto que cosas que me han pasado en Basilea sin que lleven asociado, como si de un apellido se tratase, alguno de los partidos eurocoperos: como el día que fuimos a comer piadina con Chiara y Claudia, y los hinchas suizos habían vuelto a tomar la ciudad vestidos de rojo y se paseaban por las calles mientras meneaban enormes cencerros de vaca y hacían todo el ruido posible... O al día siguiente, cuando Croacia ganó a Alemania, que los croatas salieron pitando con sus coches, casi sin poder creerse su victoria...

O finalmente, mi noche aciaga y también la de Italia y Francia, los unos porque empataron con Rumanía después del 3 a 0 que les había metido Holanda y los otros porque perdieron 4 a 1 contra la naranja mecánica, que parecía imparable... Como digo, esa noche me caí, y después del accidente rodillero, casi recuerdo aún mejor los partidos siguientes, porque la vida en Basel para mí se ralentizó indefectiblemente... No creo que pueda olvidar último gol de Villa, mientras la farmacéutica me ajustaba las muletas (y gracias a que los basileos se habían tomado muy en serio lo de la Eurocopa y la farmacia tenía una enorme pantalla plana)... El de Torres también me gustó, pero ése lo vi en las repeticiones del partido, tranquilamente después, con la pata en alto... También me acuerdo del Francia-Italia, que decidió que serían los italianos nuestros rivales y, por supuesto, el Grecia-España, que aderezamos con una deliciosa lasaña preparada por Zach y unas partidillas de futbolín, que ganó todas Carlos (¡yo hacía miles de años que no jugaba, tampoco era tanto mérito ganarme!)...

Los cuartos, los vimos todos (salvo el Croacia-Turquía, que lo vivimos como si lo estuviéramos viendo porque estábamos cenando en el Biergarten de los carbonara, que lo regenta una familia turca), desde el Portugal-Alemania, que lo vi un poco distraída, porque estaba esperando a que llegara mi segunda visita (que no se perdió y supo llegar perfectamente sin ayuda) y por supuesto, el Holanda-Rusia (los holandeses jugaron muy descentrados... Casi parecía que lo estaban haciendo a propósito) y el España-Italia, del que ya os he hablado.

Ya de vuelta en Madrid, no quedaba otra: había que seguir pendientes de lo que le pasaría a nuestra selección y yo ya entonces decía que sería casi de justicia que ganaran la Eurocopa, aunque fuera para compensar lo de mi rodilla maldita... Al Alemania-Turquía, de nuevo, no le presté mucha atención, porque estaba más pendiente de la accidentá: ese día fue a hacerme una resonancia (de la que os tengo que poner fotos... ¡hombre! ¡claro! ¿de verdad creíais que os íbais a salvar?). El jueves, Pablo se cabreó porque hubiera querido ir a la Bicicrítica, que estaba programada exactamente a la misma hora que la semifinal española... ¡¡¡La elección estaba clara!!! Yo lo pasé muy mal durante la primera parte, aunque claro, como todos los demás (que no fueran rusos), disfruté la segunda como una enana... ¡Aquéllo prometía! Sobre todo porque los periodistas, sobre todo los de Cuatro, que se pasaban de optimistas, ya auguraban que íbamos a torear a los alemanes...

Y finalmente, la cosa no fue pa tanto, sobre todo porque los alemanes, con Ballack a la cabeza, más que toros, parecían búfalos. Mi rodilla, que parece haber adquirido vida propia, sobre todo cuando algo le da repelús, sufrió de lo lindo hasta casi los últimos diez minutos finales, en los que nos convencimos de que, por mucho de que los alemanes hicieran gala de su potra habitual y colaran su proverbial gol-de-último-minuto, nada les salvaría, porque aquellos torreones de tíos estaban más cansados que los chiquititos españoles.


Sí, sí, de alguna manera, mi rodilla ha sufrido algo así como una compensación... ¡Aunque la cosa no podía terminarse así! ¿A quién arrebató la copa de Wimbledon nuestro Nadal el domingo siguiente, impidiéndole conseguir su sexto título consecutivo? (Ays, qué mal lo pasó la rodilla con éste también...)


¡¡¡¡Al basileo!!!!

[Fotos: 1) Logotipo de Google al día siguiente de la final, 2) Manteo de Luis Aragonés en Colón, 3) El pobre Frei después de lesionarse, 4) Vídeo de la estación de Basel antes del primer partido, con los reventas por allí campando, 5) Los hinchas suizos y sus cencerros, 6) Un par de piadinas, 7) La recepción del Gundeli en vísperas del primer partido de Suiza con Carmen escondiéndose detrás de la bandera, 8) Ballack y su ceño fruncido, 9) Torres, a punto de marcar el gol que sentenciaría el partido, 10) La selección, como loca en Colón... ¡Parecía que les había entrado el baile de San Vito!, 11) Nadal, enorme, zampándose la copa de Wimbledon].



3 comentarios:

  1. ¿El dibujo de Google habrá salido en todo el mundo o solo en google.es? La verdad es que es toda una casualidad lo de la estancia juliana en Basilea y la Eurocopa. ¿No hay nada que traducir en Sudáfrica en 2010? Aunque, tal vez, dados los retrasos en infraestructuras de los africanos, lo mismo el Mundial se celebra en España-Portugal...

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  2. Cuidado, no lo digas muy alto que nos raptan a Julia con cada competición y la ponen de mascota oficial, jejeje

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  3. ¡Uf! Aún no sé si la cosa consiste en que simplemente vaya a Sudáfrica o que vaya allí a romperme la crisma... Si es lo primero, no me importa ir, pero si es lo segundo... Lo siento por la selección, pero tendrán que buscarse otra "pata de conejo"...

    De todas formas, copépodo, creo que no doy el pego como mascota... Bueno, al menos espero no darlo, aunque con la pata-palo, ¡seguro que pinto maneras! :-)

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