

(Menos mal que mi rehabilitación nada tiene que ver con la de Amy Winehouse... Por cierto, pobrecilla: está pochísima y no hace más que salir y entrar del hospital).
De hecho, yo ni siquiera digo "¡NO, NO, NO!", sino que acudir a rehabilitación se ha convertido en una rutina, que me encantaría abandonar, no os creáis, pero que es mucho menos traumática de lo que yo me esperaba.
En fin, dejé la historia de la rodilla justo cuando el médico rehabilitador me recetó las famosas quince sesiones de rehabilitación, que al final se van a quedar cortas, porque mi peaso de esguince se resiste...
Como ya os conté que todos estos días, diariamente he estado bajando a rehabilitación al Centro Médico Carpetana.
Tengo que confesar que el primer día bajé con mucho miedo (Pablo vino a acompañarme, como a los niños el primer día de guardería) ante lo desconocido, porque vista la afición que tienen los traumatólogos de brazos
Por suerte, Puri, mi fisioterapeuta (a la que podéis ver acompañándome en la foto más abajo), no tiene los brazos musculosos y velludos, aunque sé que se decepcionará si digo que no me hace daño (aunque sea un poquito). En fin, pa que vamos a mentir: hay momentos en los que se me saltan las lágrimas de dolor, pero bueno, ahora, después de casi quince días poniéndome en sus manos, ya voy mucho más relajada, porque sé lo que me espera y sé qué movimientos me hacen más pupita... Además, las sesiones se me hacen mucho más amenas porque Puri me da mucha conversación (hablamos de literatura sobre todo, le cuento lo que estoy tr
Tanto Loli (que está en recepción), como los demás fisioterapeutas son también muy majos y su trabajo no os creáis que es nada fácil: las abuelas carabancheleras muchas veces no son pacientes nada fáciles... Mira que yo soy quejica, pero algunos de los ancianos -y sobre todo las no tan ancianas- se ponen a veces demasiado maleducados e insoportables... ¡A veces montan cada escenita porque no les atienden exactamente cuando y como a ellos les apetece!
Aparte de los masajes, me dan microondas y corrientes. Para eso es imprescindible llevar a mano un libro, porque toca estar 10 minutos + 10 minutos con la rodilla en alto y se hace muy aburrido sin algo que leer a mano. Durante est
En fin, que me desvío del tema: la electroterapia por microondas es simplemente un aparato con un brazo que termina en forma cónica y que desprende un calorcito agradable (en principio, debería llegar antes de la hora del masaje para ponérmelo y que cuando me toque con Puri ya tenga la rodilla calentada al microondas pa que le cueste menos poner en marcha los engranajes, pero a veces voy con el tiempo justo...) y la electroterapia por corrientes consiste en un par de electrodos que me los colocan a los dos lados de la rodilla untados en un gel conductor pringosísimo y yo me subo el amperaje todo lo que aguanto, durante diez minutos. Además, debería hacer una tabla de ejercicios para recuperar el movimiento de la rodilla, pero como todavía estoy tan pata-palo, aún no los he hecho ningún día.
Lo malo (por lo menos para mí) es que Puri, Loli y la mayoría de sus compañeros se van de vacaciones este viernes día uno y a partir de entonces, me cambian de fisioterapeuta, pero sé que voy a echar de menos a la gente que hay ahora, ¡igual que echo de menos tener una rodilla de tamaño normal! (o sea, mucho).
En fin, la cosa continúa, porque mañana jueves vuelvo a visitar al médico rehabilitador (bueno, voy a ver a otro, porque el que me atendió la primera vez está de vacaciones) para que me extienda las visitas... Calculo yo que otros quince días más como mínimo, porque la cosa avanza más bien poco...
Y a ver si hay suerte y mejoro con rapidez, porque estamos acariciando la idea de cruzar el charco de nuevo, ¡para visitar a la fauna (copépodos & co. incluidos) y flora (bueno, no sé si los que trabajan en el MIT se les puede considerar flora, ¿César?) de Nueva Inglaterra!
[Fotos: 1) Amy Winehouse, cuando todavía acudía a rehabilitación de la suya, 2) Amy Winehouse por mi admirado Carlös Areces en Los Klamstein, 3) Entrada en la calle de la Oca de la rehabilitación del Centro Médico Carpetana, 4) ¡Si a alguien le parece que esto no podría ser perfectamente una jaula de cualquier cámara de tortura medieval, que levante la mano!, 5) Esas son las camillas en las que Puri me retuerce la rodilla, 6) Alcachofa de las microondas, 7) Electrodos puestos en mi mismita rodilla -sí, esa, la que no funciona ni a la de tres- ¿habéis visto lo flojucho que tengo el cuádriceps?, 8) Puri y yo -Foto tomada por Elías-, a juzgar por mi sonrisa, parece que esté allí de fiesta... Es porque Puri me trata bien, aunque lo que me hace a veces es una verdadera tortura].