En 1829, el político, historiador y escritor neoyorquino Washington Irving se enamoró de la Alhambra. Aún no he leído sus Cuentos de la Alhambra, concebidos mientras se alojaba dentro de los muros de la propia fortaleza, pero allí mismo compré una edición preciosa que me pienso leer en cuanto mis obligaciones me lo permitan...
Y es que una no puede sino comprender a Irving: la Alhambra es el lugar donde uno querría quedarse para olvidarse del mundo, para escribir páginas y páginas... Yo incluso ya me estaba imaginando allí, montando un despachito en uno de los aposentos de los Palacios Nazaríes... Poco necesitaría: una mesa, una estantería para mis diccionarios y una buena conexión ADSL... El rumor del agua de las innumerables fuentes y la sombra para protegerme de las altas temperaturas andaluzas harían el resto... Claro, que también tendría que deshacerme de las hordas de turistas (entre los que nos encontrábamos nosotros hace un par de semanas :-)) que se cuelan en todas las fotos que uno haga, independedientemente de lo rápido que sea dándole al disparador...
Me ha gustado esta experiencia granaína, sobre todo porque la anterior que tenía no era demasiado halagüeña: mi madre siempre recuerda que, con diez meses y en mitad del puente de la Inmaculada Concepción (en pleno diciembre), me hice caca hasta las orejas y me tuvieron que cambiar el pañal allí, junto a la fuente de los leones (que entonces sí que tenía leones, no como ahora, que los señoritos se han vuelto muy sensibles a la lluvia y se deshacen como si fueran de papel de fumar... Y lo gracioso es que los turistas van por toda la Alhambra buscando la fuente de los leones como el que busca a Wally, eso sí, como la peña no acostumbra a leer, no se enteran de que los leones are nowhere to be seen, por lo menos, hasta 2010)... Lo crueles que son los progenitores de una: antes y después de cambiarme el pañal, me hicieron un montón de fotos y claro, salgo yo con el ceño fruncidísimo, odiando al mundo por el frío que hacía y yo allí, con mis vergüenzas al aire donde antaño las mujeres se tapaban con varios velos...
Pos lo dicho, después de relatar la experiencia impúdica de rigor, me reafirmo en que no me costaría nada sentirme identificada con Irving. Y tal y como él mismo decía: "Mis garabateos no son dignos de este lugar", así que mejor os dejo con 36 fotos escogidas de mi par de días en Granada.
¡Espero que os gusten!
[Fotos: 1) Placa conmemorativa dentro de los aposentos de Irving en los Palacios Nazaríes, 2) La Iglesia parroquial de San José de Calasanz, en el Paseo de Salón, 3) El pase del resto de fotografías escogidas de Granada y la Alhambra.]
Y es que una no puede sino comprender a Irving: la Alhambra es el lugar donde uno querría quedarse para olvidarse del mundo, para escribir páginas y páginas... Yo incluso ya me estaba imaginando allí, montando un despachito en uno de los aposentos de los Palacios Nazaríes... Poco necesitaría: una mesa, una estantería para mis diccionarios y una buena conexión ADSL... El rumor del agua de las innumerables fuentes y la sombra para protegerme de las altas temperaturas andaluzas harían el resto... Claro, que también tendría que deshacerme de las hordas de turistas (entre los que nos encontrábamos nosotros hace un par de semanas :-)) que se cuelan en todas las fotos que uno haga, independedientemente de lo rápido que sea dándole al disparador...
Me ha gustado esta experiencia granaína, sobre todo porque la anterior que tenía no era demasiado halagüeña: mi madre siempre recuerda que, con diez meses y en mitad del puente de la Inmaculada Concepción (en pleno diciembre), me hice caca hasta las orejas y me tuvieron que cambiar el pañal allí, junto a la fuente de los leones (que entonces sí que tenía leones, no como ahora, que los señoritos se han vuelto muy sensibles a la lluvia y se deshacen como si fueran de papel de fumar... Y lo gracioso es que los turistas van por toda la Alhambra buscando la fuente de los leones como el que busca a Wally, eso sí, como la peña no acostumbra a leer, no se enteran de que los leones are nowhere to be seen, por lo menos, hasta 2010)... Lo crueles que son los progenitores de una: antes y después de cambiarme el pañal, me hicieron un montón de fotos y claro, salgo yo con el ceño fruncidísimo, odiando al mundo por el frío que hacía y yo allí, con mis vergüenzas al aire donde antaño las mujeres se tapaban con varios velos...
Pos lo dicho, después de relatar la experiencia impúdica de rigor, me reafirmo en que no me costaría nada sentirme identificada con Irving. Y tal y como él mismo decía: "Mis garabateos no son dignos de este lugar", así que mejor os dejo con 36 fotos escogidas de mi par de días en Granada.
¡Espero que os gusten!
[Fotos: 1) Placa conmemorativa dentro de los aposentos de Irving en los Palacios Nazaríes, 2) La Iglesia parroquial de San José de Calasanz, en el Paseo de Salón, 3) El pase del resto de fotografías escogidas de Granada y la Alhambra.]
Muy chulas las fotos. Cuánto tiempo hace que no visito la Alhambra, qué ganas.
ResponderEliminarQue fotos tan chulas, te han quedao de lujo. También es que el lugar lo permite. Yo me quedé impresionado con los mocárabes. Según dicen por aquí, estas formas pueden ser representadas matemáticamente por un fractal de Sierpinski-Merger.
ResponderEliminarLo de los leones de la gente era leche, que donde están los leones, que venga los leones ¡por dios! ¡con lo que hay ahí que más da cuatro estatuas desgastadas de una fuente! ¡si quieren leones que se vayan a ver los de piedra del Congreso de los Diputados o al zoo!
Y aún os queda toda la zona de La Alpujarra para la siguiente visita. Una maravilla Granada :-)
ResponderEliminarA mi el libro de Irving me encantó. Ya nos contarás.
De las 5 veces que la he visitado la última fue en plan "vip" estando cerrada al público, una flipada visitarla sin gente, solo con su música natural, pajarillos, agua, el eco del viento cruzando sus portales..., alguna pisada indiscreta que esperaba oír seguida de los cascos de un caballo.
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