Ayer os estaba contando cómo fueron las mesas redondas de la tarde en los encuentros de traducción 2013 en París. Después de un cuidadísimo buffet libre
compuesto por aperitivos y dulces en el tuvimos al oportunidad de charlar
fugazmente con algunos de los asistentes al encuentro, comenzaron las charlas
de la tarde. Nosotras solo fuimos a la primera de ellas:
De 14.00 a 15.15: La traduction des sciences humaines et sociales.
Con Christophe Guias, director
literario de ciencias humanas de la editorial Payot; Michèle Leclerc-Olive,
socióloga responsable del Taller de Investigación y Traducción en Ciencias
Sociales (ARTESS); Dieter Hornig, traductor; y Bruno Poncharal, lingüista y traductor,
con la moderación de Alain Delissen, historiador.
Michèle Leclerc-Olive habló sobre
ARTESS, la importancia de contar tanto con expertos lingüistas como con
especialistas en la materia en cuestión cuando se traducen las ciencias humanas
y sociales (algo que se puede ampliar a cualquier disciplina científica) y
sobre la nueva situación actual en la que, dado en el mundo en el que vivimos,
se dan interesantes situaciones culturales triangulares, en las que un autor
ruso escriba sobre África y se lo traduzca al francés, por ejemplo.
La intervención de Christophe Guias fue muy iluminadora, porque no siempre se tiene la oportunidad de
escuchar la opinión del «otro lado», el punto de vista de la edición. También
me gustó mucho su sinceridad. Como responsable de una sección
minoritaria (ciencias humanas) dentro de una editorial generalista como es
Payot, Guias reconoció que para que una traducción (o retraducción) de un autor
tenga lugar, tiene que haber una gran dosis de interés por parte del traductor,
y el editor tiene que proporcionar el tiempo (porque, aunque parezca mentira,
hay prisa por traducir las obras cuyos derechos se adquieren, y no siempre el
tiempo proporcionado es el óptimo). Yo tengo que reconocer que me deprimí un
poco cuando Guias les pidió explícitamente perdón a los traductores franceses
por pagarles unas tarifas que serían el sueño y la envidia de cualquier
traductor de libros español… Pero siempre viene bien saber lo que cobran tus
vecinos (sobre todo si no hay razones de peso por las que ellos debieran cobrar
más que tú). Otro dato que Guias nos dio fue que él aboga por utilizar
traductores no expertos en la materia en cuestión, porque defiende que los
traductores no especializados no tienen «vicios» que otros especialistas en la
materia reproducen alegremente de una traducción a otra. Me pareció un
argumento interesante (que sé que a muchos les escandalizará).
Por último, la intervención de
Bruno Poncharal me pareció muy instructiva, aunque quizá, por momentos,
demasiado teórica. Nos habló de la relación entre el pensamiento y la lengua, y
la imposibilidad de desvincular al uno de la otra. Dado que todo pensamiento se
realiza en una lengua, aquel no es libre de esta; por lo que la búsqueda de una
lengua «perfecta», «sin tacha», «limpia», no solo es un deseo imposible, sino
que también es equivocado: pues en la imperfección de la lengua está su
riqueza. Nos hizo también una metáfora curiosa (muy francesa, por otra parte
:-)), en la que comparaba al autor con el marido, al texto con la esposa, y al
traductor, por último, como el amante. ¡Curioso!, ¿verdad?
Finalmente, se debatió sobre la
importancia de la coherencia textual a la hora de traducir, ¡también ciencias
sociales! Muchos traductores se dejan llevar por la fetichización del autor al
que traducen y el resultado de pegarse demasiado a sus palabras —¡e incluso a
su sintaxis!— supone que la traducción sea prácticamente ilegible.
Por último, tuvo lugar una cuarta
mesa redonda:
De 15.30 a 16.15: Traduire l’image, con Christophe Commères, Anne Rafroidi,
Odile Manforti, Anaïs Duchet, y moderación de Marc Fernández.
A la que nosotras ya no asistimos y la clausura a cargo del
presidente del CNL, Jean François Colosimo.
Anne y yo decidimos
aprovechar el resto de la tarde para darnos una vueltecilla por los Campos Elíseos
(donde me compré una chaqueta estupenda en las rebajas —sin cintura, que de eso ya no tengo—, que me está siendo de mucha utilidad aún ahora, dada la falta de
primavera —y parece que de verano también— que estamos pasando), y seguimos
charlando sobre todo lo que nos había contado durante el encuentro y
poniéndonos al día de otras cosas, que hacía tiempo que no nos veíamos…
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